Este país asiático nos sorprende siempre por la educación de sus habitantes, la tecnología de su industria, el funcionamiento del transporte y por el orden y la higiene de sus ciudades. Pero esta vez fue aún más lejos ya que, tras el terremoto y el tsunami que provocó importantes daños en varias fábricas de autos y una crisis nuclear en la planta de Fukushima, se pusieron de pie y realizaron la edición 42 del Tokyo Motor Show en una nueva e impresionante sede denominada Big Sight que dejó atrás a la tradicional Makuhari Messe. En sus más de 35.000 metros cuadrados participaron 176 expositores de 12 países, lo que supone un 36 por ciento más que en la edición precedente de 2009.
Este salón reflejó una decidida apuesta por los vehículos eléctricos, híbridos y de consumo contenido y amigables con el medioambiente que aprovechan las nuevas tecnologías para potenciar su sincronización con “smartphones”.
El lema del salón fue “la movilidad puede cambiar el mundo”, con medio centenar de vehículos inéditos.
Varios minivehículos urbanos de diseño futurista fueron una parte importante del salón y los fabricantes hicieron mucho hincapié en la reducción del peso que conlleva bajar los costos de producción. Como siempre no faltaron las motos, los camiones y también los buses con la última tecnología. En definitiva una ventana al futuro que tal vez en algunos años disfrutemos por nuestras latitudes.
Lea el resto de esta nota en la edición de diciembre de 2011 de Revista Parabrisas