El auto con tres luces que se iba a fabricar en Brasil 

Muchas automotrices han querido disputar con las tres grandes de Detroit. En esta nota, el derrotero de una de las tantas que sucumbió ante el poderío económico y político de aquel histórico terceto. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Preston Thomas Tucker nació en Capac, Michigan, Estados Unidos, en 1903. Su pasión por los automóviles lo impulsó, a los dieciséis años, a dar comienzo con su sueño al reparar y vender un vetusto auto familiar. Tiempo después se incorporó al departamento de Policía de Lincoln Park, para así tener acceso a los autos de alto rendimiento que la fuerza utilizaba, pero su madre lo convenció de que buscara empleo en la planta ensambladora de Ford en la localidad de Dearborn. Al joven Tucker no le gustaba recibir órdenes, así que duró muy poco tiempo allí y regresó a su anterior trabajo como oficial de policía, donde fue amonestado por instalar aditamentos en el auto que le habían asignado, por lo que decidió renunciar definitivamente. 

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Después se dedicó a vender autos en una concesionaria de Michigan con bastante éxito, y pronto llegó a ser gerente de una agencia de autos de lujo en Memphis, Tennessee. Este nuevo éxito financiero le permitió viajar cada año a presenciar las 500 Millas de Indianápolis, la carrera más importante de aquellos tiempos en Estados Unidos. 

Su gran entusiasmo por los automóviles logró convencer a Harry Miller, cuyos motores habían ganado más competencias que ningún otro en esos años, para que construyeran juntos autos de carreras, formando así la Miller & Tucker Inc. en 1935. El primer trabajo de esta compañía fue la fabricación de diez autos de carreras con motor Ford V8 mejorados, para el mismísimo Henry Ford. Sin tiempo suficiente para el desarrollo y las pruebas, los autos fallaron por sobrecalentamiento y tuvieron que abandonar en la primera carrera. Sin embargo, los motores fueron perfeccionados y volvieron a correr en Indy 500 con resultados interesantes. 

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Con la mira en la guerra 

Con el proyecto de iniciar su propia compañía automotriz, Tucker se mudó a California y fundó la American Armament Corporation, iniciando en 1938 el desarrollo de un vehículo terrestre de combate para el gobierno estadounidense. El Tucker Tiger era un blindado ligero de alta movilidad (lograba alcanzar 185 km/h gracias a su motor Packard V12 de 175 HP), con una torreta de cañones de accionamiento eléctrico sobre el techo. Si bien el vehículo fue rechazado por el ejército, la torreta despertó gran interés por su versatilidad y rapidez. Fue así que la Tucker Gun Turret comenzó a producirse en serie para los botes PT, naves de asalto y aviones bombarderos como el Boeing B-29 Superfortress.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Tucker se asoció con Andrew Jackson Higgins, constructor de buques de guerra como el Liberty, operando hasta 1943 con el rol de vice-presidente de las Industrias Higgins. Preston estaba a cargo de la producción de armamento y motores para barcos torpederos. 

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Nace el Torpedo 

Terminado el conflicto armado, lentamente las automotrices norteamericanas volvieron a fabricar sus autos, aunque recurrieron a los modelos de 1942 con leves mejoras. La primera firma en desarrollar un nuevo modelo fue Studebaker.

Preston Tucker, con su recién fundada Tucker Corporation, tomó un rumbo diferente y apostó por diseñar un auto con características innovadoras, orientado a la busca de la seguridad de sus ocupantes. Muchas de las innovaciones presentes en este nuevo auto fueron tomadas de la industria aeronáutica y, sin dudas, también lo fueron sus líneas exteriores. 

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Equipaba un motor trasero de seis cilindros opuestos horizontalmente, de 335 pulgadas cúbicas (5,5 litros), alimentado por inyección de combustible, que le entregaban unos 166 caballos de fuerza a las ruedas traseras, merced a una caja de cambios manual automatizada de cuatro marchas. 

Como elementos de seguridad contaba con frenos de disco en las cuatro ruedas (solución aplicada por Jaguar a mediados de los ´50), tres faros delanteros cuya intensidad lumínica disminuía automáticamente al acercarse a otro auto, y con el central que giraba acompañando la trayectoria de las ruedas delanteras. 

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En el interior también se notaba la preocupación por preservar la integridad de los ocupantes: contaba con parabrisas inastillable, la ubicación de todos los instrumentos en el diámetro del volante, cinturones de seguridad y un tablero acolchado. Sin embargo, lo que parecía visionario tuvo mucho menos éxito en la realidad. 

El afamado estilista Alex Tremulis, quien antes se había desempeñado en Auburn Cord Duesenberg, fue contratado el 24 de diciembre de 1946: contaba únicamente con seis días para finalizar el diseño esbozado por Tucker. Apenas una semana después, Tucker aprobó el diseño final, que pronto sería conocido como el Tucker Torpedo. Tucker –vendedor nato–, rápidamente reunió más de veinticinco millones de dólares en financiamiento y patrocinios. 

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Sin embargo, la presión ejercida por las tres grandes de Detroit –Ford, General Motors y Chrysler–, hizo que la situación de esta novel empresa se complicara. De hecho, y pese a sus promesas, Tucker no había iniciado la fabricación del vehículo, lo que despertó las sospechas de la Comisión de Valores y Bolsa del gobierno de los Estados Unidos, que inmediatamente abrió una investigación. 

A fines de 1948 quedaban apenas dos millones de dólares del aquel dinero mientras que, en la línea de producción, había solo unos cuantos autos en diversas fases de fabricación, pero tenían carrocería de Oldsmobile y motor Cord.

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La Comisión llegó a la conclusión de que el producto terminado iba a discrepar considerablemente del descrito en el folleto de obtención de fondos, y que Tucker cometería fraude, por lo que fue obligado a liquidar su empresa.

Cuatro meses después, Tucker interpuso una apelación y fue absuelto. El ingenioso y tenaz constructor se las arregló para fabricar la cantidad de autos que había prometido entregar: 51 unidades. 

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El auto brasileño

A Preston Tucker se le diagnosticó cáncer y recurrió al médico estadounidense William Koch, quien vivía en Brasil y estudiaba un nuevo tratamiento para la enfermedad. Tucker se dio cuenta del enorme futuro que tenía ese país y que aún no contaba con fábricas de autos, por lo que abrió una oficina en Rio de Janeiro. 

En 1952 comenzó a gestar su nuevo proyecto, un auto deportivo inspirado en los diseños aerodinámicos del diseñador Alexis De Sakhnoffski, en el que utilizaría mayormente piezas disponibles y un mínimo de partes nuevas para bajar costos; incluso se analizó la posibilidad de ofrecerlo como kit. 

El Carioca tendría motor trasero tetracilíndrico de 100 caballos y capacidad para cuatro ocupantes. En Brasil despertó tanto interés, que el por entonces presidente Juscelino Kubitschek, elegido en 1955, ofreció una serie de incentivos fiscales para su producción en tierras brasileñas. Pero, desgraciadamente, la salud de Tucker seguía empeorando, y en diciembre de 1956 murió de neumonía, dejando el proyecto inconcluso.

Por Gustavo Piersanti

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