El 14 de agosto de 1988 fallecía Enzo Ferrari, una leyenda en el mundo automotor, cuya celebridad se manifestó en la faz deportiva así como en la fabricación de autos de calle. Para recordarlo, elegimos uno de los superdeportivos que tiene un significado especial, por ser la última joya en llevar la “firma” del fundador de la marca del Cavallino Rampante: la emblemática F40, considerada una obra maestra de ingeniería y estilo.
El modelo, símbolo de una época, fue presentado oficialmente el 21 de julio de 1987 en el Centro Cívico de Maranello, donde ahora se encuentra el Museo Ferrari. Derivación extrema de la 308 GTB y del prototipo denominado 288 GTO Evoluzione, se trató de la máxima expresión de la tecnología desarrollada hasta entonces por la compañía italiana. Al mismo tiempo, representó un retorno a los orígenes, cuando los autos de carrera eran los mismos que los conducidos por la vía pública.
Características técnicas
El motor V8 2.9 biturbo de 478 CV estaba basado en el 288 GTO Evoluzione, pero una serie de contenidos innovadores permitió que la F40 se convirtiera en la primera Ferrari de producción en serie en superar los 320 km/h (alcanzaba una velocidad máxima de 324 km/h). Para eso, se prestó la máxima atención al peso del propulsor, gracias al uso extensivo del magnesio.
Otro aspecto importante a la hora de reducir el peso del vehículo a solo 1.100 kilogramos fue la construcción del chasis tubular de acero con paneles de refuerzo de kevlar, y una carrocería fabricada principalmente de materiales compuestos.
Gracias al poderoso motor y al peso ligero del automóvil, tenía la capacidad de acelerar de 0 a 100 km/h en 4,1 segundos, y de 0 a 1.000 metros, en 20,9 s.
En lo que hace al habitáculo, era muy austero, con butacas deportivas de tela, tapizados únicamente en el techo, una cubierta en el tunel central para absorber el sonido y una alfombrilla de goma en el lado del conductor.
La producción de la Ferrari F40 finalizó en el año 1992, habiéndose fabricado hasta ese momento 1.311 unidades.