La historia de las Ferrari de División Miami: no siempre eran Ferrari

En la famosa serie de la década de 1980 se veía a los protagonistas recorrer la localidad estadounidense a bordo de los bólidos de la casa de Maranello. Pero, al parecer, no todos eran originales. Hasta dónde llegó la magia de Hollywood. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

División Miami (Miami Vice, el título original) fue una serie policial súper exitosa de la década de 1980. Contaba las andanzas de los detectives James “Sony” Crockett (interpretado por Don Johnson) y Ricardo “Rico” Tubbs (a cargo de Philip Michael Thomas), que trabajaban encubiertos luchando contra el narcotráfico. Ambos eran (obviamente) los típicos galanes ochentosos, con sus trajes entallados en la cintura y magnas recogidas, pantalones amplios, cierto toque glamoroso en el comportamiento y, por supuesto, al mando de autos deportivos.

Sony, el principal protagonista, no solamente era el más celebrado por la platea femenina sino que, además, a él le tocaba manejar los mejores autos.

De hecho, durante las cinco temporadas por las que avanzó esta serie, le tocó a Don Johnson manejar dos Ferrari: una 365 GTS/4 Daytona Spider de 1972 durante la primera parte, y una Testarossa en la última etapa. O, por lo menos a esos modelos se parecían tales vehículos.

Ser y parecer

El caso de la primera de las Ferrari que mencionamos en este artículo es, quizá, el más complejo. Empecemos por decir que la 365 GTS/4 Daytona Spider que se vio en las primeras dos temporadas de la serie no era una Ferrari.

 

La historia revisada dice que los productores de la serie no lograron llegar a un acuerdo con el representante de la marca italiana en Estados Unidos, motivo por el cual, en lugar de gastar entre cien mil y doscientos mil dólares para comprar los autos, decidieron crear réplicas.

La historia de las Ferrari de División Miami: no siempre eran Ferrari

Para eso, tomaron dos Chevrolet Corvette C3, uno de 1976 y otro de 1981, ambos equipados con motor V8 5.7 de 350 CV y caja automática de tres velocidades, sobre los que aplicaron paneles de fibra de vidrio realizados a medida por el especialista Tom McBurnie. El interior también fue modificado, lo mismo que la capota. Una de esas réplicas se utilizaba para los primeros planos; la otra, para las tomas a distancia y escenas de acción.

Aseguran que durante las primeras emisiones de la serie los entendidos podían advertir que se trataba de réplicas, pero con el tiempo las fueron mejorando. Había claras evidencias del “engaño” en, por ejemplo, la trompa, donde los tornillos estaban mal colocados, y en el tipo y ubicación de las manijas y cerraduras de las puertas. También en los paso de ruedas traseros y la forma de la tapa del baúl. Incluso la ubicación de los emblemas del cavallino no era la correcta, y en el interior aparecían butacas con los apoyacabezas integrados en lugar de los separados del respaldo que llevaba la original.

La serie alcanzó tanto éxito a nivel mundial que la participación de las Ferrari que no eran Ferrari en la pantalla chica llegó a oídos del commendatore. Aseguran que don Enzo se indignó al ver el éxito que estaban cosechando vehículos que eran una copia burda de su producto, y actuó en consecuencia: inmediatamente ofreció a la productora de la serie dos Testarossa cero kilómetro a cambio de que aquellas replicas desaparecieran.

Desde ese momento Sony se puso al volante de la “famosa” Testarossa blanca y las Daytona tomaron otro camino que, por supuesto, fue debidamente documentado y que dejaremos para otra nota.

A veces, Pantera

Ferrari entregó a los productores de Miami Vice dos Testarossa de 1984, modelo que, rápidamente, se convirtió es uno de los atractivos de la serie. Sin embargo, no necesariamente aparecía siempre el modelo original. Sí: Hollywood lo hizo otra vez.

La historia de las Ferrari de División Miami: no siempre eran Ferrari

Lo primero que hay que aclarar es que las Testarossa cedidas por don Enzo eran de color negro, pero como ese color generaba problemas en las filmaciones nocturnas, decidieron pintarlas de blanco.

Pero, lo más interesante es que en muchas escenas en lugar de la Ferrari blanca se utilizó una réplica. Aseguran que por cuestiones de costo de mantenimiento y a cierto compromiso de la estabilidad en maniobras peligrosas, emplearon un De Tomaso Pantera, debidamente modificado para simular ser una Ferrari.

Tomaron un modelo del diseñador argentino del año 1972 y le aplicaron paneles de fibra de vidrio para cambiar su apariencia. Se encontraron con el problema de las proporciones ya que el Pantera era más bajo y ancho que la Testarossa. Tuvieron que cortar el piso y hasta modificar las suspensiones. Incluso le instalaron una jaula de seguridad, volante desmontable y tanque de combustible de competición. Hasta tenía un sistema especial de frenos preparado para bloquear las ruedas traseras con mayor facilidad para realizar maniobras cinematográficas, como, por ejemplo, derrapes pronunciados.

El motor, de origen Ford, fue potenciado con la incorporación de nuevo carburador, un turbocompresor y un equipo de óxido nitroso.

En las escenas de velocidad, incluso a simple vista, el “engaño” cumplía su cometido, pero mirando en detalle, los especialistas aseguran que se notaban fallas en las terminaciones y encastres de los panales, en los faros retráctiles, en las entradas de aire laterales y, especialmente, en la llantas.

Lo cierto es que más allá de toda discusión División Miami fue una de las series más exitosas de los años 80 y que los que la disfrutaron, celebraron cada persecución que esas Ferrari protagonizaban, hayan sido originales o no.  

 

 

 

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