El privilegio de manejar, más que un auto, una obra de arte: el vertiginoso Lamborghini Diablo.
Una forma de congeniar 325 km/h de velocidad máxima con la más pura expresión de arte y estilo sobre ruedas es la definición más apropiada que encontramos para este exótico, raro e infernal Lamborghini Diablo. El nombre, en efecto, no resultó casual, y los responsables de esto, además de Chrysler, fueron dos diseñadores: un italiano, Marcelo Gandini, que lo creó originalmente y el otro, el argentino Horacio Pagani, que firmó su último restyling.
Fue justamente por la atención de Pagani que logramos realizar este sueño, nuestro y ciertamente de todos los lectores: llevar a la pista de tests el auto homologado más rápido del mundo. El operativo sucedió en una mañana de cielo azul, como correspondía a un auto destinado al placer. Único ejemplar traído hasta ahora a Sudamérica, el Diablo estaba en la Rural en Palermo, donde muy pronto se convirtió en la máxima atracción de la recién finalizada Expomotor. Simplemente, lo sacamos de su stand por algunas horas y fuimos rodando con él hasta el Autódromo.
En los 20 km de trayecto por calles y avenidas, no es difícil imaginar lo que sucedió: los desprevenidos conductores se confundían, tocaban bocina, acercaban peligrosamente sus autos queriendo admirar los detalles de la joya. Así, despacio pero sin perder majestad, el Diablo entró en el Oscar Gálvez.
Algo que ni el mundialmente famoso modisto Gianni Versace pudo lograr cuando solicitó un ejemplar rojo para la presentación de una de sus últimas colecciones en Nueva York. Agresivo sin llegar a lo grotesco y refinado sin perder carácter, el Diablo muestra de punta a punta líneas armoniosas, a pesar de una disposición mecánica muy singular. No resulta fácil alojar un motor V12 de 5,7 litros sobre un auto de sólo 1,10 metros de altura máxima.
Sin embargo, tiene un coeficiente aerodinámico de 0,31 que ayuda mucho para lograr una velocidad máxima de 325 km/h. Lo que más se destaca es su fuerte personalidad. A través de su perfil tipo cuña, las tomas de aire laterales, el alerón de fibra de carbono y la curiosa forma de las puertas y pasarruedas delanteros, el Diablo donde esté llama la atención. "No sólo aquí. En Europa también se dan vuelta para mirarlo", apunta Pagani, quien compartió las pruebas como responsable ante Lamborghini por la integridad del auto.
Un sector que reafirma su estilo es el tratamiento aerodinámico trasero, donde se destaca el paragolpes que también hace de alerón inferior. Integrado a la filosofía estilística del auto, su función favorece el efecto suelo al canalizar el aire que circula por la zona baja del auto. Original y al mismo tiempo elegante, el Diablo es en síntesis uno de los mejores ejemplos de la escuela estilística italiana. En medio de nuestra todavía incontrolada emoción, tomamos el comando luego de comprobar con sorpresa lo accesible que resulta ingresar al auto a través de sus puertas tipo "ala de gaviota".
Después, entrar en contacto con la performance del Diablo fue el momento culminante de este ensayo en pista. El rumoroso V12 de casi 500 CV es realmente brutal, aunque increíblemente elástico. Acelera de 0-100 km/h en poco más de 4 segundos. pero se puede circular sin mayores problemas en 5". marcha a 50 km/h. Todo golpe de acelerador significa un "descolaje". pero no ofrece inconvenientes cuando se logra modularlo.
Las emociones más fuertes llegan entre las 4.000 y 7.000 rpm, aunque sólo lo intentamos en una oportunidad. El motor brinda también gran satisfacción a velocidad intermedia con el auxilio de una caja que, de accionamiento duro, está bien relacionada y cuyo comando es muy preciso.
La dirección, sin servo, es pesada y cansa los brazos cuando se trata de cambiar constantemente de trayectoria, como podría ocurrir en sectores sinuosos, sin embargo, es efectiva a velocidad media-alta. Allí, se agiliza. La tenida es estupenda, aun exigiendo manejo atento, y las trayectorias son muy precisas. Tiene un potencial elevado a alta velocidad, aunque la suspensión. por esta razón, es muy dura. Es el único modelo de Lamborghini en producción, se han vendido cerca de 1.000 unidades y su costo está alrededor de los 330.000 dólares", aportó Pagani cuando descendimos.
Nuestra pregunta fue inmediata, ¿quiénes compran este auto? "El otro día, en la exposición, vino un gitano que nos quería dejar 20.000 dólares de seña diciendo que el resto lo traía en media hora. Otro fue un empresario que llego a Lamborghini a comprar un auto y se llevó cuatro. O el cliente que quería un Diablo blanco al que luego le puso una antena satelital sobre la parte trasera, varios apliques de aluminio con agujeros sobre la carrocería y tapizado y le pintó las parrillas de suspensión con colores flúo.
O el caso de Gerhard Berger cuando era piloto de Ferrari en F.1, quien llegó al anochecer en helicóptero para evitar a los curiosos y se fue en su Diablo a las escondidas y acelerando". Millonarios excéntricos, pilotos de F.1. jeques y otros tantos miembros de la nobleza son los prototipos de compradores del Diablo.
En general. los motivos son coincidentes: es buena inversión adquirir ""obras de arte automovilísticas. La habitabilidad para dos personas es realmente buena. Conductor y acompañante gozan de amplio espacio, especialmente si pensamos que se trata de un auto superdeportivo. La posición de manejo es impecable para el andar veloz: las piernas quedan casi horizontales.
Las butacas son envolventes y cómodas y el volante, con varias posibilidades de regulación, está casi sobre el tren delantero. Los cinturones combinados son eficaces y llama la atención la ausencia de airbag. Todos los instrumentos son de aguja y diseño clásico, el único digital corresponde al climatizador automático.
Los frenos funcionan eficazmente, aunque el recorrido del pedal es muy corto y exigen algún esfuerzo. No dispone de ABS. Es muy buena la capacidad lumínica, inclusive la de los pequeños faros instalados en el spoiler delantero. No resulta igual la visibilidad. Hacia adelante presenta algunos problemas por la ubicación elevada del panel de instrumentos. Es buena la visibilidad lateral y hacia atrás se limita únicamente a los espejos retrovisores. La terminación, artesanal, es impecable en todo el auto. con presencia abundante de materiales nobles.
"Muy pronto, el Diablo tendrá tracción integral. Será ideal para un auto deportivo de 1.600 kilos que necesita transmitir al piso tanta potencia. Lo convertirá casi en un auto de carrera. comentó Pagani. Todos los constructores son capaces de hacer un auto cómodo. espacioso y con un motor acorde al tránsito moderno. Todos, también, son capaces de hacer un F.1, duro, nervioso y propio para correr. El tema más difícil es el que abordó Lamborghini con este Diablo: lograr el compromiso casi imposible de aplicar ambas filosofías en un solo auto. Comprobar esta realidad nos llevó a intentar este inolvidable "pacto con el Diablo".
Texto: Ricardo Delgado
Fotos: Alejandro Calascione y Juano Fernández