Atención vs abstracción: la decisión que evita tragedias

Concentrarse en la situación que nos rodea antes de decidir una acción de tránsito es vital para mejorar la seguridad. Además de lo que pueda hacerse para mejorar las estructuras y el cumplimiento de las reglamentaciones, se trata de una responsabilidad individual que nace de pensar en las consecuencias de nuestra conducta.

Redacción Parabrisas

Es muy frecuente, últimamente, ver conductores y peatones que no están atentos a las situaciones del tránsito. La atención se traslada a los pensamientos, o a las conversaciones con otras personas, o a la atención del celular, o a cualquier cosa que les llame la atención. Se produce una especie de abstracción. La mente se ocupa en esos temas y la persona se desconecta de la realidad del tránsito o de las situaciones que la rodean. Realmente esto atenta muy seriamente contra la seguridad.

Así aumentan las posibilidades de ser sorprendido por situaciones del tránsito o del camino y de producir maniobras inesperadas que conduzcan a roces o colisiones. Es frecuente ver cambios de mano, frenadas o giros inesperados hechos por conductores que ni siquiera pensaron en el tránsito que los rodeaba.

También hay peatones que cruzan la calle sin prestar atención al tránsito que se acerca por uno u otro lado. O se lanzan a cruzar aun cuando un vehículo de mayor tamaño detenido les tapa la visión e impide que el resto del tránsito los vea. Por lo general, segundos después de estas acciones se producen accidentes de diversa magnitud que no deberían haber ocurrido.

En los últimos días, lamentablemente, también vivimos con tristeza la situación del colectivo que fue atropellado por un tren en Buenos Aires con un terrible saldo de víctimas fatales y heridos. Sorprendentemente, pocos días después vimos por las cámaras otra situación en la que un tren atropelló un automóvil que cruzó las barreras bajas en otro paso a nivel muy cercano de la misma vía férrea.

Parece evidente que, en todos esos casos, no se puede pensar simplemente en las transgresiones a las reglas de tránsito ni en alguna mala intención por parte del que comete el error. Da la sensación de que, más allá de eso, en el momento anterior al incidente, las personas no prestaban la debida atención a su tarea como conductores del vehículo en el que estaban circulando, o en la responsabilidad de cuidar el propio cuerpo, que debe privar en un peatón.

En nuestros cursos trabajamos mucho para que los conductores aprendan cómo evitar ponerse a sí mismos en situaciones de emergencia, independientemente del vehículo que conduzcan, o sobre qué tipo de camino o en qué condición climática lo hagan.

Pero, la realidad actual nos muestra que, además, hay que prestar atención y aprender a evitar las distracciones que pueden producir hechos terribles. Por supuesto, también es necesario mejorar la estructura vial en general, ya que con calles, avenidas, cruces mejor diseñados y señalizados pueden también conseguirse mejoras importantes en la seguridad. En ese sentido, aunque lógicamente trae controversias por otros motivos, desde el punto de vista del tránsito de vehículos sería un avance importante conseguir la eliminación de los pasos a nivel en las vías de ferrocarril que en gran cantidad cruzan nuestras ciudades.

Mientras tanto, y siendo indudable que el gran incremento del parque automotor experimentado en los últimos años aumenta la cantidad de vehículos que comparten las mismas calles y caminos, resulta cada vez más importante que los conductores, motociclistas, ciclistas y peatones colaboren para disminuir las consecuencias que esto origina. Esto puede conseguirse solamente con la decisión individual de las personas de ir más atentas al entorno del tránsito en el que están inmersas.

Desinterés

Es indudable que la aparición de las nuevas tecnologías de comunicación y entretenimiento ha creado un escenario que tiende a favorecer esa abstracción que nombramos al principio. Al respecto, es muy nombrado que no resulta conveniente utilizarlas mientras estamos en el tránsito y las reglamentaciones lo prohíben concretamente. Pero aún son muchos los que lo hacen. Por ejemplo, además del uso de los celulares, todavía son muchas las personas que vemos circular o caminar con auriculares conectados permanentemente en los oídos. Conducen o caminan absortos en sus conversaciones o escuchando música. Lo más riesgoso de este hábito es que están perdiendo todas las alertas auditivas que nuestro organismo normalmente puede captar, lo cual favorece la aislación con respecto a lo que ocurre alrededor.

Sumado a esto, y como ya lo hemos mencionado en otras oportunidades, se observa una circulación desaprensiva con el resto del tránsito y lo que nos rodea en cada caso. Parecería que las urgencias personales se priorizan en relación con lo que el tránsito plantea y se pretende una circulación donde nada se interponga ante nuestro desplazamiento o lo que queramos realizar. Y en la realidad, esto no es posible.

Es indudable que, a medida que aumenta el parque automotor en una zona, se complica la gran cantidad de vehículos que comparten las mismas calles y caminos, y resulta cada vez más importante que los conductores colaboren para disminuir las consecuencias que esto origina. Por eso, es necesario que, mas allá de la preocupación de no ser observado para no sufrir una multa o sanción, las personas se conduzcan con mayor atención a lo que piensan hacer en los próximos segundos: deben mirar, escuchar, y confirmar si aquello que quieren concretar no las pondrá en peligro a ellas o a otras personas o vehículos.

Las decisiones convenientes son realmente muy sencillas y de simple sentido común, pero pasan, en primer lugar, por tener en cuenta a los demás, tanto para favorecer lo que estén haciendo y evitar que entren en riesgo, como por asegurarnos de que lo que estamos por hacer no nos perjudique.

Otras maniobras

Además de los cruces de pasos a nivel o intersecciones con semáforos que son ignorados, hay muchos ejemplos en el mismo sentido. Simplemente para reflejarlos podemos nombrar algunos que se destacan por sus consecuencias cuando algo falla.

Todavía hay automovilistas que, cuando ven un peatón que cruza en algún lugar no adecuado, aceleran para hacerle más difícil la situación o, en otros casos, directamente hacen sus maniobras imponiendo la presencia de su vehículo para que el peatón ceda su lugar. Pero también hay peatones que intentan imponer su derecho de paso interponiéndose intencionalmente delante de los vehículos que vienen circulando. Lamentablemente, aunque tuvieran razón, pueden sufrir las peores consecuencias si, por ejemplo, el conductor viene distraído.

Otro ejemplo de origen similar: todavía se ve gente que, cuando siente alguna pequeña falla o sufre la pinchadura de un neumático, detiene su vehículo en el medio de una vía rápida para solucionarlo, sin tener en cuenta que con esa decisión ha creado un enorme peligro con posibles consecuencias catastróficas para todo el tráfico que pasa y para sí misma.

En síntesis, hay muchas otras situaciones parecidas a estas, que muestran que algunas personas no comprenden la importancia de tener en cuenta la realidad del tránsito que las rodea antes de concretar cualquier decisión. Lamentablemente, las consecuencias posteriores son terriblemente desproporcionadas en relación con la acción que originó la situación. Por eso creemos que, además de todo lo que pueda hacerse para mejorar las estructuras y el cumplimiento de las reglamentaciones, la mejor solución podemos aportarla cada uno de los que componemos esta realidad actual que tanto nos preocupa. No es difícil adoptar actitudes y decisiones adecuadas, si primero pensamos en el efecto que se producirá en relación con lo que nos rodea. Utilizar esos hábitos puede mejorar notablemente los márgenes de seguridad en cualquier situación.

En esta Nota