La culpa de todo no la tiene la lluvia

La cantidad de agua caída en agosto superó los registros de la última centuria en varias localidades de la Argentina. Y también generó muchos accidentes de tránsito. Vidrios empañados y velocidades variadas y extremas fueron las causas habituales, que pueden ser corregidas.

Redacción Parabrisas

Las intensas lluvias que tuvieron lugar recientemente en varias zonas del país ocasionaron muchos graves accidentes con caídas de árboles y de pedazos de edificaciones que produjeron un doloroso saldo de víctimas del cual todos nos enteramos. Paralelamente hubo una gran cantidad de accidentes de tránsito de diversa magnitud, los cuales en su mayoría no son mencionados públicamente. Parece que cada vez estuviéramos más acostumbrados a estos siniestros.

Además es interesante notar que, la gran mayoría de los accidentes que llegan a tener difusión suelen ser atribuidos a “las malas condiciones climáticas”. Es decir, casi como interpretando que quedan justificados por ese motivo. La sensación implícita que muchas veces se transmite es que no había nada que los conductores pudieran haber hecho ante las causas naturales.

Realmente el tema nos trae bastante preocupación, porque en nuestro trabajo tenemos la posibilidad de comprobar claramente cómo se originan, en muchos casos, esas situaciones.

Trabajamos para que los conductores adquieran los conocimientos y la capacitación que les permita controlar mejor sus vehículos en diversas situaciones. Pero es interesante observar que, además de los temas meramente conductivos, hay varios otros aspectos que se relacionan con los hábitos de manejar y utilizar los vehículos que tienen las personas y que producen consecuencias importantes en su propia seguridad.

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