Las luces LED (iniciales de light-emitting diode o diodo emisor de luz) en los automóviles no son una novedad. Desde hace más de dos décadas llegaron a los tableros de instrumentos (como en el caso del Volkswagen Gol de primera generación) y desde mediados de la primera década del siglo XXI se implementaron en algunos autos de alta gama, en principio, sólo en los grupos ópticos traseros.
Sin embargo, la obligación de incorporar luces de marcha diurna DRL le otorgó al LED el privilegio de ser la mejor alternativa. No sólo por su característica de bajo consumo, sino también porque determinan parte del diseño de un automóvil, gracias al formato que a un conjunto de estos se le puede dar.
El LED es una tecnología que fue descubierta en 1927. Sin embargo tardó mucho tiempo en popularizarse. Se trata de un diodo emisor de luz, constituido por un material semiconductor dotado con dos terminales. Cuando la corriente circula entre ambos se crea el efecto de electroluminiscencia, que puede variar la coloración dependiendo de la tensión que se le aplique, en combinación al material semiconductor.
La durabilidad de esta tecnología permite decenas de miles de hora de eficiencia lumínica. Sin embargo los automóviles emplean LED de alta potencia. Estos, que entregan una luz mucho más intensa, generan mucho calor, uno de los principales motivo de fallas en los LED. Por eso es necesario el uso de grandes disipadores para que poder enfriar el conjunto.
Puede fallar
En luces de circulación diurna, la iluminación LED permanecerá prendida permanentemente, salvo que se enciendan las luces principales. Se estima que la durabilidad del LED supera a la vida útil de un automóvil, pero en ocasiones puede fallar... Al estar sometidos a vibraciones y cambios de temperatura constantes, la durabilidad puede llegar a reducirse.
El problema no pasa por el LED propiamante dicho, sino mayoritariamente en la placa central, que es la que debe soportar la mayor temperatura. Si esta placa falla dejará de funcionar todo el conjunto. Allí surge un problema que es el del reemplazo. Los DRL integrados a la óptica podrán ser reparados por un especialista, o en tal caso, de no mediar solución, se deberá reemplazar el conjunto completo.
Será más sencillo y económico para aquellos automóviles que lo lleven separado del conjunto óptico principal. Para tener una referencia, sólo el LED de un Peugeot 308 de primera serie cuesta en Argentina 4.000 pesos.
Como luces principales
Algunos vehículos montan en sus versiones más equipadas luces principales con tecnología LED que se suman a las de uso diurno. Incluso en la alta gama también existe la tecnología Full LED sin ningún tipo de lámpara halógena.
Si bien la potencia de iluminación de las luces LED suele ser muy buena, tienen algunas contras. En algunos casos el haz de luz no logra largo alcance, aunque sí el campo de iluminación cercano es casi perfecto, lo que puede dar una ilusión de luminosidad mayor.
La otra es el uso en nieve: al no generar calor en el proyector (el calor lo produce la plaqueta central) hacen que la nieve se adhiera a la superficie. Como los lavafaros ya son "cosa del pasado", algunos autos conservan luces rompenieblas halógenas.
Asimismo el costo de reemplazo, ante choque o rotura del sistema, se eleva exponencialmente comparado con luces "comunes". Por ejemplo, una óptica de Toyota Hilux en sus versiones más accesibles cuesta 4.500 pesos, contra 30.000 de la versión SRX, con tecnología Bi-LED.