La correa de distribución es un componente esencial del motor que sincroniza el movimiento de las válvulas y los pistones. Su función principal es coordinar el giro del cigüeñal y del árbol de levas, asegurando que las válvulas se abran y cierren en el momento exacto para permitir la entrada de aire y combustible, así como la expulsión de gases de escape.
De esta manera, la correa garantiza que las válvulas y los pistones trabajen en perfecta armonía. Si la misma se rompe, todos estos elementos pueden impactar entre sí, dañando gravemente el motor.
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Respeta el intervalo de cambio
Cada fabricante recomienda un kilometraje o tiempo específico para cambiar la correa (suele estar entre 60.000 y 160.000 km o cada cuatro a siete años). Es importante consultar el manual de tu vehículo y no te saltes este mantenimiento. -
Evita aceleraciones y frenazos bruscos
Un manejo agresivo genera más tensión en la correa, lo que puede provocar un desgaste prematuro. Conducí suavemente y cambiá de marcha de manera progresiva. -
Revisa ruidos o vibraciones inusuales
Si escuchas sonidos extraños, golpeteos o sentís vibraciones extrañas en el motor, puede ser una señal de que la correa está dañada o mal tensada. No ignores estos síntomas y acude a un mecánico. -
Inspecciona fugas de aceite o refrigerante
Si hay fugas en el motor, estos líquidos pueden entrar en contacto con la correa y debilitar su material, reduciendo su vida útil. Revisá todas estas cuestiones y mangueras periódicamente. -
Sustituye los tensores y poleas al cambiar la correa
Cuando reemplaces la correa, cambiá también los tensores y poleas. Si estos componentes están desgastados, pueden hacer que la nueva (correa) se rompa antes de tiempo.
Siguiendo estos consejos, alargarás la vida útil de la correa de distribución y evitarás costosas reparaciones en el motor.