Luego de un año para el olvido debido a los estragos generados por el coronavirus, algunas personas piensan en tomarse unos días de descanso en los principales puntos turísticos del país.
Antes de viajar siempre es recomendable realizar un chequeo general del auto, pero también es importante cuidar varios componentes que pueden ser más vulnerables en esta altura del año.
Entre ellos se encuentran la pintura y la carrocería de los autos, dos factores que enfrentan las adversidades de la naturaleza como el calor, el sol, las tormentas, el granizo, entre otros. Para apaliar estos inconvenientes la petroquímica alemana BASF realizó un listado con algunas recomendaciones.
La sal del mar
La zona costera de nuestro país será como siempre uno de los destinos más elegidos para viajar y los autos se encontrarán expuestos a un mayor nivel de humedad. Además, en las cercanías del mar argentino, la concentración de sal puede generar un proceso de corrosión y habrá que estar atentos ante pequeños golpes ocasionados sobre la carrocería. Las ceras protectoras podrían ser una solución para hacerle frente a estos tipos de inconvenientes.
Sol, polvo y lluvia ácida
Este combo puede ser muy dañino dependiendo de donde proviene la suciedad. Por ejemplo, el humo negro de los escapes de camiones o colectivos antiguos pueden contener concentración de dióxido de carbono que además de causar lluvia ácida, dañan la pintura y pueden causar grietas debido a la fricción del polvo de hollín y la superficie del auto. Además, el polvo podría ocasionar daños físicos como “arañazos” o reacciones químicas como marcas o manchas en la pintura.
Radiación
Los rayos UV tienden a causar daños químicamente irreversibles en algunos casos. La radiación puede generar deterioros en la molécula, causando agrietamiento del barniz, delaminación de la pintura, fotooxidación o decoloración del vehículo. Por más pequeño que sea el daño, se recomienda llevar el vehículo al taller para que los profesionales corrijan desde donde comenzó la degradación.
En cuanto a las partes metálicas, estas reaccionan ante el oxígeno y el agua y comienzan a corroerse con el paso del tiempo. La forma más eficiente de evitarla es mediante la cataforesis, una técnica de aplicación de pintura que, a través de corriente eléctrica, brinda una primera capa de protección tanto a la carrocería como a las autopartes metálicas.
Daño físico y químico
Algunos compuestos químicos, cuando se exponen a la lluvia y al calor, pueden causar averías, tras el paso del tiempo. En algunos casos, la temperatura del automóvil alcanza los 60°C, acelerando el proceso de daño. La mejor manera es evitar que la suciedad, como el excremento de las aves, se acumule, ya que pueden dañar irreversiblemente la pintura.
Lo ideal es lavar el vehículo cada una o dos semanas, pero siempre mantenerlo limpio y exento de este tipo de suciedades. Luego de un viaje, es fundamental remover derrames de combustible, insectos y excrementos lo más pronto posible para interrumpir el ciclo de penetración de sus componentes y lavar el exterior con abundante agua fría o cálida y limpiadores neutros.
Cuidado con los productos de limpieza
Puede ocurrir que además de cera, tengan componentes capaces de romper la estructura química del barniz, que sumado a los rayos UV, pueden degradar la pintura. Pulir o aplicar cera sin lavar la superficie, utilizar agua caliente y esponjas abrasivas, o usar los mismos productos con los que limpiamos la casa o la ropa pueden decolorar, manchar la superficie y hasta causar daños a largo plazo.
Lo ideal es evitar los productos de limpieza del hogar y utilizar siempre aquellos fabricados de manera específica para automóviles.