Mientras en los últimos días, en países como Argentina, las elevadas temperaturas incentivaron las alertas por distintas olas de calor, en Europa, el frío y las grandes nevadas ocasionaron que muchas personas se encontraran en alerta al conducir, ya que los caminos estaban obstruidos por agua congelada, sumado a los riesgos de pérdida de adherencia en las diferentes calzadas.
En determinadas ocasiones, uno de los puntos a tener en cuenta frente a estos tipos de climas en el encendido del motor es la batería, debido al esfuerzo extra que tienen que hacer, pero ¿qué sucede con el combustible?
Según Car And Driver, gracias a los aportes de Race, tanto los carburantes para modelos nafteros como diésel se pueden congelar, aunque de diferente forma. En el primer caso, no hay motivos para preocuparse, ya que la temperatura para un posible congelamiento debería ser de al menos -107°C (nafteros), aunque en los gasoleros hay que tener cuidado, ya que dependiendo el vehículo, algunos pueden comenzar el proceso en -10°C.
La diferencia se encuentra sujeta en los componentes de ambos carburantes. El gasoil posee parafinas, que ante bajas temperatura tiene chances de cristalizarse, provocando que el combustible sea más espeso y tape los conductos.
Esto puede producir que la mezcla del carburante y el aire no se lleve a cabo en un 100 por ciento, ya que no se podrá inyectar de manera adecuada en la cámara de combustión y por ende, el impulsor no funcionará. Si el congelamiento se produce durante el manejo, el motor se podría llegar a parar.
Si esto llegara a ocurrir, es probable que las fallas se encuentren en los inyectores, debido a que no podrán dispersar el gasoil al estar cristalizado. Para eso, conviene no perder la paciencia y esperar a que el carburante se descongele.
