“El mundo está cambiando. Muchos conceptos que teníamos como verdades absolutas están siendo desmentidos. Y es lógico que esto suceda, porque si seguimos quemando combustibles fósiles para disponer de energía, nos estamos suicidando. Hoy, hay un cambio energético, una demanda de la sociedad que dice, quemar cosas no va más.”
Esas son las palabras con las cuales nuestro columnista y amigo, el ingeniero Alberto Garibaldi, se refirió a la movilidad eléctrica cuando le tocó su turno para exponer en el primer seminario de electromovilidad realizado por la Asociación Argentina de Vehículos Elécctricos y Alternativos (AAVEA) que se realizó ayer en las instalaciones de 3M en Garín, Buenos Aires.
Fue una jornada intensa en la que participaron todas las partes vinculadas en el negocio de la propulsión alternativa y sus aristas: investigadores, especialistas de terminales, fabricantes de vehículos, de cargadores y de productos relacionados; proveedores de insumos, empresas distribuidoras de energía, representantes de la ONU, la FIA y la Asociación Latinoamericana de Movilidad Sostenible (Alamos), además de responsables del ENRE y de la Cámara Baja de la provincia de Buenos Aires.
Fue una jornada muy esclarecedora en la que, en cada uno de los bloques temáticos, fue abordado con seriedad por los expositores, especialistas que debatieron sobre el futuro de la movilidad alternativa pero con los pies afirmados en un presente que propone muchas preguntas e importantes desafíos.
El primer bloque trató sobre, energía, emisiones, salud y panorama global de la electromovilidad. El siguiente, quedó reservado para los productos de la movilidad eléctrica. Luego, fue el momento de cargadores, infraestructura de recarga, distribuidores, comercialización de energía y servicios, que dio paso al bloque dedicado al marco legal y normativa. Más tarde fue el tiempo de las conversiones. Luego, el de las baterías y, para cerrar, el de la electromovilidad internacional.
Pero a los efectos prácticos, la noticia estaba afuera del salón donde se celebraba el seminario.
De combustión a eléctrico
La planta de 3M en la localidad de Garín, provincia de Buenos Aires está construida sobre un gran predio cuya habitual tranquilidad se vio alterada por la presencia de vehículos de los más variados, aunque todos con un común denominador: la propulsión alternativa. Rodeaban la entrada a las oficinas centrales de la compañía americana, bicicletas, motos y autos eléctricos entre los que se encontraban los producidos por EBK, Sundra, Greenmove y Trimove, además de los ya conocidos Nissan Leaf y Renault Kangoo Z.E, a los que se sumó un Toyota Prius como representante de los híbridos. Todos estos modelos estaban disponibles para realizar un mini test drive.
Sin embargo, nuestra atención recayó en otros vehículos que, a primera vista, nada tenían de eléctricos. Hacia el final de la zona de exposición un Seat Ibiza tres puertas de 1997 y un Volkswagen Escarabajo representaban una modalidad que, aunque por ahora es incipiente, se presenta como una posible solución para quienes buscan abandonar el motor original y reemplazarlo por uno ecológico: la conversión de combustión a eléctrico.
Matías Díaz es el joven propietario de este particular Escarabajo, modelo con el cual le ha dado vida a un emprendimiento bautizado EcoWagen y que se ha convertido en uno de los primeros en realizar esta transformación en el país.
El eje de cambio de este Fusca de 1982 radica en el reemplazo del motor naftero original por un generador eléctrico trifásico de 30 kW (unos 40 CV) que se alimenta de la energía que acumula un pack de baterías conformado por doce acumuladores del tipo convencional, es decir que son de plomo y con electrolito recargable. Esas baterías (de ciclo profundo de seis Volts cada una) están conectadas en serie para alcanzar los 72 Volts que demanda el kit, y están instaladas de manera de equilibrar los pesos: cuatro en la parte delantera y dos detrás de los asientos traseros.
Con este sistema, el Escarabajo de EcoWagen puede alcanzar una velocidad máxima de 80 km/h y una autonomía de 80 kilómetros. Para recargar las baterías es suficiente enchufar el sistema a un toma domiciliario a través de un cargador que demora cuatro horas para completar la reposición de los acumuladores. Agrega sistema de freno regenerativo, aquel que aprovecha la energía del frenado y la transforma en electricidad para alimentar las baterías.
No tiene embrague, ya que el motor está directamente acoplado a la caja que siempre trabaja en tercera. Por supuesto, tiene marcha atrás.
El resto de los componente en materia de equipamiento de confort está tal cual el modelo original. Solo se han reemplazado los faros convencionales por luces led ya que tienen un consumo de energía mucho menor. Por supuesto, no tiene caño de escape.
Aunque como queda demostrado este proceso (que dura unos dos meses) no es cosa de locos, esta transformación sí tiene, no obstante, un costado para discutir, el costo: según Matías, transformar un auto como este Fusca puede demandar entre 8.000 dólares y 10.000 dólares, valor que puede trepar hasta 15.000 dólares si se utiliza batería de litio.
Queda claro también que amortizar tal inversión demanda mucho tiempo, sobre todo cuando tenemos en cuenta la vida útil de las baterías, que podría variar entre tres y cuatro años en el caso de las de plomo, y hasta ocho, las de litio.
El caso de EcoWagen no es el único en esta nueva técnica que transforma modelos con motor de combustión en vehículos eléctricos. En el seminario de AAVEA se presentaron otros ejemplos, como el ya mencionado Seat Ibiza de Guillermo Merdinian. Cabe mencionar también que Gustavo Wilde expuso sobre su Citroën ZX-E y que Ricardo Vidal Rivero, de la provincia de Misiones, contó su experiencia sobre los trabajos que su empresa Electro Auto está realizando convirtiendo utilitarios livianos (tipo Renault Kangoo) y los planes que tiene para hacer lo propio conla pick-up Volkswagen Amarok.
La transformación “de combustión a eléctrico” está en etapa de desarrollo. Nadie sabe todavía si se trata de una técnica que se impondrá en un futuro, pero sí es válido afirmar que este tipo de acciones demuestran la inquietud de una población que intenta encontrar soluciones al grave problema de la contaminación siguiendo, de alguna manera, aquella expresión del ingeniero Garibaldi: “Quemar combustible no va más”.