Test: Chevrolet Cruze

Con un motor completamente nuevo, el sedán de la casa del moño aumenta la potencia y el torque, al mismo tiempo que mejora la respuesta y el régimen de trabajo. Por ahora aparece en la versión automática LTZ. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Si algo caracterizaba a la variante Diesel del Cruze aparecida en la Argentina a principios de 2011 es que, ya con 150 CV, se había erigido como el sedán mediano más potente entre las marcas generalistas del mercado local.

No conforme con sus buenas performances, Chevrolet inyecta a la versión LTZ de su afamado modelo global, que conserva su elegancia, un buen nivel de equipamiento de confort y seguridad.

Diseño

Sin ningún cambio que altere su figura, el Cruze cuatro puertas mantiene, a través de su gran parrilla, el “family feeling” de la marca. Su coeficiente aerodinámico de Cx 0,31, se ubica dentro de la mediaq del segmento y las líneas fluidas y un buen tratamiento en lo que se refiere a la aislación del viento marcan la pauta de un elaborado trabajo a la hora del desarrollo de la carrocería.

Confort

Otro de los puntos destacados del Cruze es el amplio habitáculo que permite generosas butacas en las plazas delanteras para que sus ocupantes se encuentren suficientemente cómodos. Con múltiples reglajes del asiento del conductor y el volante (todos manuales), no se tarda en conseguir una óptima posición de manejo, salvo que se trate de los que nos gusta poner muy alto el asiento.

Los de atrás no saldrán tan beneficiados porque, si bien tienen lugar para las piernas y a lo ancho, la caída del techo condicionará la confortable estadía para quienes sobrepasen el metro setenta y cinco de estatura. Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que la plaza central trasera, que dispone de cinturón inercial de tres puntos y apoyacabezas, es chica e incómoda para un adulto.

Lea el resto de esta nota en la edición de septiembre de la Revista Parabrisas

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