Test: Toyota SW4 SRX 4X4 6MT

El SUV que toma la plataforma de Hilux se renovó por completo. Sobresale por opulencia, seguridad y, sobre todo, rudeza, para ser el vehículo de producción nacional más costoso del momento: se vende en un solo nivel de equipamiento desde 733.700 pesos. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Perdurar a través de los años logrando que simples usuarios se conviertan en fanáticos de un modelo en particular es algo que muchos anhelan. La Toyota SW4 fue un destacado exponente para aquellos que buscaron combinar el uso familiar con el de un verdadero vehículo 4x4. Con la Hilux de octava generación como base, el SUV se benefició con una renovación completa. La nueva plataforma no le quita méritos en cuanto a rudeza, confort y confiabilidad, pero le genera un importante incremento en seguridad y tecnología. La probamos con la opción de caja manual de seis velocidades.

Diferente

Con 4.795 milímetros de largo (90 mm más que antes), 1.855 mm de ancho y 1.835 mm de alto es 15 mm más baja y ancha que la anterior. La distancia entre ejes se acortó cinco milímetros y ahora alcanza los 2.745 mm. Si bien los cambios en sus cotas no son tan importantes, el diseño luce mucho más interesante. Hay más cromados que en la Hilux, y ópticas más pequeñas y refinadas complementan la primera impresión, pero no es todo. Los laterales ahora dieron paso a quiebres en la línea de cintura en conjunto con una zona vidriada continua. La parte trasera es más simple: en las luces de leds podemos ver trazos parecidos a los de la RAV4, aunque en mayor tamaño.

En el interior queda clara la base Hilux, pero así y todo cambia notablemente. La pantalla central está empotrada, la mayoría de las teclas toman lugares diferentes, el tablero tiene más colores y el tapizado de los asientos, que predomina en cuero sintético de color habano, se replica en paneles de puertas y hasta en la tapa de la guantera, con inserciones tapizadas y costuras a la vista. La calidad está un paso por encima que en la pick-up, sobre todo, en lo que se deja ver. De todas formas, por el elevado precio, hay piezas que merecerían mayor esmero, como los paneles de puertas soft o el tapizado interno del techo, que en zonas cercanas a algunos accesorios (como las salidas de ventilación) lo notamos endeble.

La postura al volante, que regula en altura y profundidad, es confortable, gracias también a la cómoda butaca con regulación eléctrica. El tablero tiene caracteres visibles, presenta iluminación clara y en él se destaca la gran pantalla color de 4,2 pulgadas para la computadora de a bordo.

Espacio y lujo

Las plazas traseras, junto a su modularidad, serán muy bien observadas por padres de familias numerosas. En ese ámbito, los pasajeros traseros tendrán un asiento confortable en las plazas externas de la segunda fila, conjugado con detalles de lujo y buena calidad, como los ganchos para colgar bolsas de los asientos delanteros. La plaza central es un tanto justa en altura y pasajeros de más de 1,70 metros rozarán la cabeza contra el techo. Allí hay salidas individuales de climatización con forzador junto al regulador de temperatura digital y, en la zona baja, una muy útil salida de 220 voltios.

Si aprovechamos la regulación longitudinal de este asiento y le cedemos algo más de espacio a los de la tercera fila (a la que se le mejoró la accesibilidad), el lugar que disponen ambas butacas será aprovechable para personas que no superen el metro sesenta. Esos pasajeros, que podrían ser niños, pueden disfrutar también de salidas de climatización individuales en el techo, cinturones inerciales y apoyacabezas.

En modularidad aprueba, con siete plazas que permiten reclinarse o rebatirse individualmente. En realidad, la última fila se “rebate” lateralmente o, mejor dicho, se cuelga de los laterales, una solución poco convencional que repite lo visto en la generación anterior.

Con 253 litros en posición normal, el espacio del baúl alcanza para un par de bolsos medianos. Si inutilizáramos la tercera fila, el espacio se ampliaría considerablemente, pero las dos butacas en ambos laterales serían una clara molestia para el equipaje.

La dotación de confort es completa, destacándose por ciertos detalles. Mencionaremos las luces delanteras bi-led, arranque e ingreso manos libres, sistema de audio con pantalla táctil de siete pulgadas (con interfaz de respuesta lenta), TV satelital, DVD, cámara de marcha atrás y navegador satelital y portón trasero de apertura eléctrica, entre otros. La insonorización muestra un progreso, mientras que la rueda de auxilio merece una felicitación por ser del mismo tamaño y con llanta de aleación, aunque el gran neumático de dieciocho pulgadas sobresale del paragolpes trasero.

Tiene banca

Con 2,8 litros de cilindrada, el motor Diesel con turbo de geometría variable desarrolla 177 caballos de fuerza y un torque 42 kgm entre 1.400 y 2.600 rpm. Estas cifras sirven para aclarar que la entrega es lineal y contundente hasta no bien superadas las 3.500 vueltas. No es necesario seguir acelerando por sobre esa marca, ya que la mayor fuerza se encuentra a regímenes bajos y medios. Con respecto al que reemplaza, tiene seis caballos extra, 200 cm³ menos y adopta cadena para la distribución: el tres litros empleaba correa. El sonido está bien aislado de la cabina, pero la rumorosidad desde afuera es un tanto elevada.

El clásico selector de doble tracción mecánico, con palanca, pasó al olvido en la nueva generación de SW4 y desde ahora es eléctrico. Así y todo sigue siendo uno de los pocos SUV con verdadera tracción 4x4, con alta y baja, herramienta que los puristas defienden ante el avance de nuevos dispositivos de tracción electrónicos. Esa idea termina cuando enumeramos el bloqueo de diferencial trasero, sistemas como el asistente de arranque en pendientes o control de descenso, y hasta siete airbags, todo en pos de la seguridad.

En ese ámbito, además, hay controles de tracción y estabilidad. Ambos se pueden apagar y no se vuelven a conectar de manera automática a velocidades reducidas. Admite procesos de diversión al límite en caminos complicados, sin ser demasiados intrusivos.

La caja manual de seis marchas es otra de las mejoras notables. Con relaciones largas (a 100 km/h circula a 1.400 vueltas) habrá que hacer rebajes, si se quiere instantaneidad ante un sobrepaso. La selectora, con vástago más corto, mejoró la precisión y el tacto, pero mantiene genes de “camioneta”, ya que, al acelerar al motor en vacío, se mueve.

Dinámicamente se inclina al doblar rápido, pero no llega a transmitir inseguridad. Quizá el responsable es el tren trasero: un eje rígido con resortes helicoidales y una puesta a punto orientada hacia la dualidad entre los usos en ruta y en caminos de campo. En tramos en mal estado, la firmeza del tren posterior comparte genes con la Hilux, aun teniendo un esquema de suspensiones diferentes, pero el confort general ha sido mejorado. La dirección podría ser más directa para garantizar una mejor sensación a alta velocidad, lo que permitiría que en maniobras ajustadas se tenga que usar menos el volante.

Las prestaciones fueron coherentes para su porte y el consumo resultó contenido en ruta, logrando un promedio 12,2 kilómetros por litro. Para detenerla, los cuatro discos ventilados funcionaron adecuadamente, parando en línea recta las poco más de dos toneladas de peso.

Cuesta arriba

Tras la rebaja que determinaron las automotrices en los modelos que el impuesto al lujo atacaba, la Toyota SW4 bajó unos 150 mil pesos. La SRX manual cuesta así 733.700 pesos ($ 774.700 con caja automática), valor todavía elevado, máxime si se lo compara con la única competidora directa, la Chevrolet Trailblazer, que solo está disponible con caja automática y cuesta 599.900 pesos, precio que de todas formas no asegura disponibilidad. Analizando más áreas del mercado, algunas pick-ups medianas en versión full llegan a los 700 mil pesos. Si se toma ese parámetro, y no se necesita la caja de carga, la SW4 por diseño, calidad, seguridad, garantía y jerarquía queda como una opción interesante ante cualquiera de ellas, como ocurría en el pasado.

Ficha Técnica Toyota SW4

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