Probamos la nueva pick-up Renault Alaskan

Recorrimos más de mil kilómetros por los Alpes franceses a bordo de la pick-up que la marca del rombo fabricará en nuestro país sobre la plataforma de la Nissan Frontier. Primeras impresiones antes de su lanzamiento en la Argentina. Galería de fotos

El anuncio sorprendió a muchos, fundamentalmente a la industria local. En abril de 2015, un comunicado de la alianza Renault-Nissan daba a conocer una inversión de 600 millones de dólares en la emblemática planta cordobesa de Santa Isabel (propiedad del rombo) para la producción de tres nuevas pick-ups.

Renault Alaskan Revista Parabrisas

La noticia rápidamente cobró trascendencia, no sólo por la incursión de Renault en el segmento de las camionetas medianas, sino porque, además, convertiría a Nissan en una nueva terminal automotriz nacional. Y como si eso fuese poco, el tercer modelo en compartir plataforma con la Frontier sería la primera pick-up de Mercedes-Benz: la Clase X.

Así, rápidamente, cada marca avanzó en su proyecto tomando como bases la arquitectura y la mecánica provista por la casa nipona, y en septiembre de ese mismo año, durante el Salón del Automóvil de Frankfurt, Renault presentó en sociedad el concept del modelo que hoy ya conocemos con su imagen definitiva.

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A modo de anticipo, aprovechamos nuestra estadía en Francia en ocasión del Salón del Automóvil de París para manejar durante más de mil kilómetros (con unidades producidas en Barcelona, España) la pick-up que la marca del rombo comenzará a producir en la Argentina inminentemente, y lanzará durante el primer semestre de 2019.

Sello propio

Todo un desafío para el equipo de diseño de Renault —liderado por Laurens Van den Acker— transformar algo “ajeno” en propio. Los resultados están a la vista: el frontal adopta el ADN de la marca del rombo estrenado en la última generación de Koleos, entre otros modelos: una gran parrilla cromada, que luce el rombo en grandes dimensiones, es escoltada por modernos grupos ópticos cuya principal característica es la firma lumínica de led tipo “boomerang” (en forma de C).

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Hay que decir que se asemeja al diseño que mostraba el modelo experimental de Alaskan hace tres años. Las llantas cumplen un rol clave para darnos cuenta si se trata del modelo de Renault o Nissan: aquí se respetó en gran medida el dibujo que tenían las del prototipo (con seis rayos), aunque con menos musculatura.

Atrás, el tratamiento estilístico se enfocó en adaptar las ópticas y la tapa del portón trasero, ésta última con dos marcadas molduras (una arriba y otra abajo) que recorren de lado a lado la tapa del espacio de carga, imprimiéndole mayor personalidad.

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Para “desilusión” nuestra, puertas adentro notamos poco esmero en la propuesta visual. No porque no sea atractivo o la calidad, cuestionable, todo lo contrario. Ocurre que, a excepción del “rombo” inserto sobre el centro del volante, no hay ninguna diferencia con la pick-up de Nissan.

Destacamos que si bien no hay materiales blandos sobre el panel de a bordo (es todo plástico), las terminaciones son muy prolijas, y las texturas, agradable al tacto. La posición de manejo es cómoda, aunque lo sería aún más si el volante se pudiera manipular en profundidad. Las butacas delanteras (calefactables) son muy confortables y con marcada sujeción lateral: la del conductor dispone de regulación eléctrica en altura y ajuste lumbar.

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Atrás, el espacio disponible ostenta ser uno de los más amplios entre las pick-ups medianas, aunque la altura del cojín del asiento trasero es un tanto baja y no evita que las rodillas queden por sobre la línea de la cintura al apoyar los pies en el piso. Un dato no menor es que, tanto la Frontier como la Alaskan (suponemos que lo mismo ocurrirá con la Clase X) son los únicos modelos del segmento en incorporar techo corredizo eléctrico.

Si bien faltan algunos meses para que Renault dé a conocer cómo estará compuesta la gama y qué dotación ofrecerá cada versión, sabemos que las más equipadas contarán con climatizador bizona, tapizado de cuero, pantalla táctil de ocho pulgadas con navegador satelital, conexión Android Auto y Apple Car Play, además de una moderna cámara de visión 360º.

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Ésta última no sólo es muy útil para las maniobras de estacionamiento, sino también para la práctica off-road: dispone de una función que mediante una tecla (sólo a baja velocidad) activa la cámara frontal (ubicada en el logo de la parrilla), junto a la del lateral derecho, para poder tener control de lo que sucede en el terreno próximo.

Por la campiña gala

Manejar una pick-up en los países más civilizados del Viejo Continente puede resultar una experiencia un tanto extraña. Es que no es habitual el uso de este tipo de vehículos en esta parte del mundo, y mucho menos frecuente cruzarse con una mini caravana de pick-ups con el logo de Renault en la trompa: las miradas de asombro del entorno fueron moneda corriente durante nuestro derrotero.

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Así, iniciamos un viaje de más de 1.100 kilómetros por tierras francesas, partiendo desde París hacia la ciudad de Grenoble, a los pies de los Alpes, al sudeste del país galo. Tomamos contacto con tres unidades fabricadas en Barcelona (España) que, según los directivos de la marca, se asemeja en un 95 por ciento al modelo de producción nacional.

Con tracción 4x4 y motor biturbo 2.3 de 190 CV, tuvimos la posibilidad de manejarla con caja manual y automática, de seis y siete velocidades, respectivamente. (Un paréntesis dentro de nuestro relato: lo poco que se sabe acerca del lanzamiento de este nuevo modelo en Argentina, es que las versiones de entrada de gama equiparán un motor “monoturbo” de la misma cilindrada, que eroga 163 caballos de fuerza).

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Nuestra hoja de ruta estuvo signada mayormente por autopistas en el agradable trazado que propone la “Autoroute du Soleil”, y en menor media por los pintorescos caminos de montaña hasta dar con la pequeña localidad de Saint Nazaire-en-Royans. Si bien no fue posible hacer mediciones (salvo algunas de consumo), la experiencia fue extremadamente útil para conocer qué se trae la primera pick-up mediana de Renault.

Hay que decir que el propulsor biturbo (fabricado en Europa) se destaca por su noble entrega desde de las 1.500 rpm, mientras que la caja automática le proporciona un andar sin exigencia, pese a que en ocasiones suele demorarse para engranar la marcha ascendente cuando se transita a baja velocidad: el comando secuencial se opera a través del selector, ya que, desafortunadamente, no dispone de levas en el volante.

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En el caso de la caja manual, a grandes rasgos, el recorrido de la selectora es suave, pero para evitar “tironeos” desagradables hay que presionar enérgicamente el pedal izquierdo, cuyo recorrido es un tanto largo. Un par de aspectos que nos sorprendieron gratamente fueron la aislación acústica del habitáculo y el confort de marcha.

El esquema de suspensiones (multilink con eje rígido atrás) transmite un andar placentero, inclusive en los escasos tramos de ripio que transitamos, donde mantuvo sus buenas aptitudes, aunque sin llegar al nivel de confort de la Volkswagen Amarok, la referente del segmento.

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Por su parte, la dirección con asistencia hidráulica ofrece un equilibrio justo en ruta entre suavidad y firmeza, aunque la notamos un tanto pesada de operar a baja velocidad.

Durante el periplo no hizo falta utilizar “la baja” del conocido sistema de tracción con el sello nipón de Nissan. Se trata de un mecanismo electrónico muy sencillo de operar a través de una perilla, con caja reductora, pero sin bloqueo de diferencial trasero, al que con gusto pondremos a prueba cuando pase por nuestras manos la Alaskan nacional, ya que no tuvimos oportunidad de salirnos demasiado de los caminos convencionales para experimentar sus aptitudes.