A partir de mediados de los ’70, época a la que llegamos en la anterior entrega, se notó una marcada chatura en la producción automotriz nacional, la que sin embargo siguió su pujante ascenso con cifras de ventas crecientes cada año.
Había pocas novedades realmente novedades, ya que la importación estaba cerrada (aunque incipientemente regresó a partir de 1977/78, con exiguas cantidades…) y las fábricas se limitaban en sus lanzamientos a lavados de cara (o restylings, como se dice ahora) lo que provocó un estancamiento de la modernidad del parque, aunque creciera firme y constantemente, la cifra de patentamientos.
En definitiva, fueron esos años buenos para las industrias, y también para los usuarios, pero poco para una revista dedicada al público del automóvil. Había poco que mostrar.
La contracara fue que el automovilismo deportivo, con el masivo apoyo directo de todas las terminales representadas por equipos oficiales, tanto en TC como en Turismo y aún en monoplazas, tuvo un auge inesperado. Así que Parabrisas Corsa por esos años, comenzó a ser cada vez más Corsa y cada vez menos Parabrisas.
A ello se sumó la extraordinaria campaña de Carlos Reutemann en la Fórmula 1, quien, por si alguien no lo recuerda, ganó 12 carreras entre 1972 y 1981, e integró 45 podios piloteando Brabham, Ferrari y Williams, lo que lo convirtió hasta hoy, en el piloto argentino más exitoso en la “máxima” detrás –obvio– de Juan Manuel Fangio.
Cambio de personajes
Por esos tiempos comenzaron a borrarse integrantes del staff, de aquellos que conformaban el grupo que veíamos en la foto de una de nuestras entregas anteriores. El “Negro” Neira y Augé, fueron los primeros, luego, Bergandi, Pérez Balbi, Sorkin, Mártire, Alvarez Ojea y el Chiquito Cornejo (Menos Neira y Bergandi, el resto ya fallecidos) siguieron empero ligados a la revista e incluso volvieron una y otra vez en el transcurso de los tiempos.
Así, en 1976 la dirección de Parabrisas Corsa pasó a Carlos Fresco, mientras que el “Colorado” Figueras ocupaba la jefatura de redacción, que tenía como secretario a Enrique Sánchez Ortega, que no duraría mucho en el cargo y que también se nos fue años después.
Redactores eran sólo dos: Héctor Cademartori y Ricardo Delgado, quien en los años ’90 llegaría a ser director de la revista. Como encargado del archivo figuraba el pibe Eduardo “El Perro” Neira, que luego de ser muchos años redactor pasó a ocupar la subdirección.