Ayer y hoy: siempre en busca del tiempo medido

Pionera absoluta en materia de test, recorrer la historia de Parabrisas es también redescubrir cómo evolucionó y se profesionalizó aquello que arrancó como “Pruebas de Camino”, y hasta qué punto la tecnología se transformó en una herramienta útil para avalar las opiniones y juicios de valor.

Redacción Parabrisas

Muchas veces volver en el tiempo no hace más que reconocernos... y valorarnos. En octubre de 1961 desde la tapa del número 12 de Parabrisas –Vicky (sic), vestida para la ocasión por un tal Jacques Dorian, posaba junto a un lustroso NSU-Prinz– se anunciaba entre los principales títulos: “Preparando el Road Test”.

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En el interior se explicaba, al detalle, lo que a partir de la próxima edición sería –y vaya si lo fue– una extraordinaria contribución para conocer a fondo un auto. Es que desde el correo, termómetro insobornable de cualquier medio, en ese primer año de vida la gente pedía insistentemente por las “pruebas de camino”. Por tal motivo se adquirieron los equipos pertinentes para realizar los ensayos de laboratorio y pruebas de pista, incluso se capacitó al staff en esas nuevas lides.
Revista Parabrisas: en busca del tiempo medido
Con ese simple acto, oficializado en un blanquísimo Fiat 1100 (que arrojó una friolera de 122,4 km/h de máxima y una aceleración de 0 a 500 m en “apenas” 28,2) Parabrisas inauguraba un estilo que con el tiempo sería parte de su ADN.

Se daba inicio a una rigurosa práctica que, medio siglo después, despierta la misma pasión: conocer y tener al alcance los mejores métodos de medición para documentar un análisis profundo y certero de cada vehículo.

Renault Gordini
La "quinta rueda" en acción durante el test del Renault Gordini

Desde aquellos equipos muy básicos –incluso se fabricaron algunos especialmente–, manuales y primitivos, hasta el soporte tecnológico de hoy donde nos asisten satélites, se busca el mismo objetivo: ofrecer una auténtica radiografía del auto y que el lector encuentre respuestas y argumentos a todas sus preguntas.

Pasaron por las manos de gran cantidad de profesionales miles de vehículos…y por suerte hay muchos más por delante: eléctricos, híbridos, voladores ... Ud. sabe que todos llegarán a estas páginas. Ninguna otra redacción tiene en su bitácora la cantidad de kilómetros recorridos en los últimos diez lustros.
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¿Cuántos fueron los kilómetros recorridos en fase de prueba?

Casi imposible de mensurar. Un ejemplo: en los albores de nuestra industria, los autos de test gozaban de préstamos que se extendían por varios meses y servían para cubrir todas las notas a lo largo de todo el país… no era raro devolver una unidad con 10 o 15 mil kilómetros recorridos.

Es claro que si revisamos el archivo,en la última década se prueba el triple de unidades respecto de otros años, y eso sin contar los contactos o los viajes donde se presentan nuevos modelos en el exterior.

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Una postal que habla por sí sola: nuestros antecesores probando y fotografiando un Citroën 2 CV en el autódromo.

Por otro lado, se incrementó también el número de periodistas-tésters, se hizo escuela...pero esa pluralidad de opinión es la savia que aporta riqueza en las discusiones de la redacción.

Quisimos (y queremos) manejar todo: modelos inéditos, rediseños, viejos conocidos, nuevas versiones e incluso nuevas formas de movilidad...siempre se aprende algo másy, con el aporte que sólo dan los kilómetros recorridos, siempre se “aprehende” algún punto revelador, un dato desconocido.

Fiat Regatta
Instalando el Correvit durante la prueba del Fiat Regatta

Las terminales e importadores se acostumbraron a que el período de prueba de Parabrisas se extiende de una semana a diez días e implica la devolución del auto con muchos kilómetros recorridos… y un rosario de preguntas que invariablemente se derivan a ingeniería de producto.

Pero también saben que el análisis es profundo y que nada queda librado al azar; con la experiencia periodística que aportan los años para comparar y calificar objetivamente, pero sin olvidar nunca al lector.
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Parabrisas y los métodos de probar autos

Repasar el archivo de la revista es encontrar imágenes que uno creía olvidadas y que llevan, inevitablemente, a la sonrisa. Mirado desde la óptica de este siglo estrenado hace ya una década, ¿se imaginan a un respetado tester de la casa tratando de arrojar, sin renunciar a la elegancia, un huevo sobre la cinta gris, para después medir qué distancia se empleó para el frenado? El primer paso fue reemplazar el huevo por una pistola de pintura.
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Las mediciones de velocidades máximas se realizaban empleando la famosa “quinta rueda” que, como su nombre lo indica, era un rodado de bicicleta que poseía su propio velocímetro y odómetro; en los ochenta fue el tiempo de las fotocélulas y los equipos mutaron tratando se seguir las últimas tecnologías que aportaban mayor precisión.

Luego llegó el Datron Correvit con cañón óptico que trabajaba en comunión con una computadora muy básica y exigía llevar una pequeña impresora; el sistema se mostraba más confiable, pero tenía que contar con la paciencia del tester que, antes de cada prueba, debía chequear la lectura del “kilómetro” exacto y desplegar sus habilidades para que las sopapas donde se montaba la linterna no de despegaran a la segunda prueba.
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Ese fue el primer paso donde nos percatamos de la incidencia de los primeros chips electrónicos: la velocidad máxima, por ejemplo, procesaba los datos 10 veces por segundo (hoy suena inverosímil, pero en esa época fue todo un hallazgo) y la posibilidad de comprobar, al milímetro, el poder frenante.

La nueva era nos encuentra todos los días descubriendo más funciones del Racer Logic (y sus actualizaciones): pequeño, liviano, súper veloz, satelital … la carrera por ser cada vez más precisos nos lleve a usar similares herramientas a las de nuestros pares europeos y el profesionalismo de siempre.

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