Atrás habían quedado los títulos en 1978, 1979 y 1980. Kenny Roberts y Yamaha eran sinónimo de éxito. Y el Campeonato Mundial de 500 centímetros cúbicos lo certificaba. La triple consagración había sucumbido antes las fulgurantes apariciones de los italianos Marco Lucchinelli y Franco Uncini, con Suzuki, en los años posteriores.
Por eso 1983 sería un año clave para el piloto californiano. No solo entablaría una lucha encarnizada por el título frente a Freddie Spencer y su Honda, quien finalmente se quedaría con el título, sino que el GP de San Marino sería su última victoria y también su última carrera.
Apodado “El marciano” o “King Kenny” fue uno de los mejores corredores de la historia. Con Kenny Roberts ya fuera de los circuitos, Yamaha dio vida a un homenaje que hoy en día sigue siendo una moto venerada y adorada por los coleccionistas: la RD500LC, la réplica homologada para circular por la calle de su exitosa YZR500. Corría 1984 y la marca japonesa apuntaba de lleno al corazón de los fanáticos del enorme piloto norteamericano.
Se impulsaba por un motor V4 a 50 grados, de 2 tiempos y refrigeración por líquido. Entre sus principales características se destacaban los dos cigüeñales y un inédito eje balanceador para minimizar las vibraciones. Su alimentación estaba a cargo de cuatro carburadores de la marca Mikuni y entregaba una potencia máxima en torno a los 88 CV (a 9.500 rpm), nada mal si tenemos en cuenta que se trataba de mediados de los años ’80.
A diferencia del modelo de competición, la admisión de esta Yamaha era por láminas y no mediante válvula rotativa. Esto permitía que la entrega de potencia sea bastante más suave. Un aspecto valorado por sus usuarios.
Sin embargo, por encima de las 6.000 revoluciones el motor se afinaba y la RD500LC salía disparada hacia delante casi con la misma vehemencia que su versión de carreras. La velocidad máxima trepaba hasta los 230 km/h, una muy buena cifra. De su motor salían cuatro generosos caños de escape (cada uno contaba con una válvula de escape con servomotor YPVS), por lo cual el monoamortiguador posterior estaba colocado debajo del motor.
Si se la compara con las súper deportivas actuales, quizás la posición de conducción no sea tan agresiva. Incluso era una moto confortable: las estriberas estaban situadas bien abajo y el asiento ofrecía un mullido bastante aceptable. Entre algunos de sus accesorios de equipamientos aparecía el sistema antidive (antihundimiento) que al frenar fuerte bloqueaba el sistema hidráulico de la suspensión para evitar que se hundiera en exceso y la moto se fuera de trompa.
La RD500LC era lo más parecido a las motos que por esos años se veían en los Grandes Premios y que jamás se habían puesto a la venta. Con su motor V4 de 2 tiempos y una estética similar a la de la YZR500 de Kenny Roberts, se convirtió en el sueño de muchos jóvenes de la época. Lamentablemente, solo se produjo durante dos años. ○