Todavía estamos en plena época de vacaciones y queremos comentar algunos temas que ayudan a que los viajes resulten menos cansadores y también más agradables y seguros. Empezaremos con un asunto al que, de acuerdo con lo que se observa, muchos conductores todavía no le dan la importancia que tiene. Nos referimos a la posición de manejo que, en general, se adopta de forma instintiva durante el aprendizaje de la conducción, y luego se vuelve un hábito formado de tal manera que aun en diversos vehículos se la busca como la que resulta adecuada.
Pocas veces se analiza si esa posición resulta la más conveniente para desarrollar la tarea de conducir y si es la más apropiada para producir menor fatiga al cuerpo. Pero en ambos sentidos tiene importancia: un conductor mal sentado tiene menos posibilidades de conseguir la mayor eficiencia posible en sus maniobras y una posición inadecuada incrementa la fatiga que sufre el cuerpo luego de varias horas de manejo.
A través de compartir la experiencia con muchos conductores en la Escuela de Manejo tomemos como ejemplos algunas de las posturas mas frecuentes y analicemos sus implicancias.
Postura de alta tensión
Muchas personas se acostumbran a manejar de manera muy erguida, con el cuerpo recto y en posición muy avanzada, como queriendo ver las imperfecciones del camino y lo que está ocurriendo muy cerca del auto. De esta forma se encuentran con muy poco espacio entre el torso y el volante, y los brazos y piernas bastante recogidos, lo cual vuelve más lenta la realización de cualquier maniobra rápida que fuera necesaria. Por otra parte, la espalda está permanentemente en tensión, ya que, por lo general, estos conductores no se sienten cómodos relajando el peso del cuerpo en el respaldo.
Postura muy relajada
El caso contrario al anterior es el de aquellos conductores que quieren tomar una actitud supuestamente más deportiva. Entonces se colocan muy estirados, con el torso muy reclinado y los brazos y piernas muy extendidos. En esta posición suelen cansarse muchos los brazos, por estar casi siempre en tensión, y también la parte superior de la espalda, porque con cada giro del volante necesita tensionarse para acompañar el movimiento de los brazos. Algo parecido ocurre con las piernas y las caderas si la posición es muy desplazada hacia atrás.
Postura aireada
Otro caso (aunque ahora es cada vez menos frecuente debido a los equipos de aire acondicionado) es el de aquellos que están habituados a colocar el torso un poco de costado, apoyado en la puerta del vehículo, para que la espalda quede despegada del asiento y circule aire por detrás. Por lo general esto trae aparejado que el conductor saque un brazo por la ventanilla y termine manejando con una mano.
Actualmente, esta posición solo suele ser utilizada en los vehículos comerciales con algunos años de antigüedad, pero la mencionamos porque es bastante inconveniente, ya que el conductor marcha todo el tiempo con la espalda torcida, lo que le provoca un consecuente aumento de la fatiga muscular. Además, al manejar casi siempre con una mano, trata de resolver todas las situaciones de esa manera, con la obvia y peligrosa disminución de posibilidades ante cualquier necesidad que se presente en la ruta.
La mejor posición
Teniendo en cuenta esta variedad de ejemplos, podemos analizar cuál es la postura más conveniente, considerando que actualmente casi todos los vehículos permiten una buena variedad de regulaciones en las butacas. Conviene buscar la posibilidad de estar correctamente sentado, con los brazos y piernas en forma longitudinal con respecto al automóvil, tratando de que el torso esté cómodamente apoyado en el respaldo del asiento, con una pequeña inclinación hacia atrás, de manera que la columna no forme un ángulo recto, permitiendo el descanso de la espalda.
Al mismo tiempo, mediante la regulación del respaldo, se buscaría que los brazos no queden tan estirados, de manera que pueda girarse el volante media vuelta, sin mover la espalda y manteniendo siempre algo de flexión en el codo. Esto permite que los músculos no queden tensos para ninguna maniobra. Lo mismo se aplicaría para las piernas. Buscaríamos mantener siempre algo de flexión en las rodillas aun en el momento de oprimir a fondo los pedales.
De esta manera se consigue, en general, una posición de manejo relajada en la que los músculos del cuerpo no se fatigan innecesariamente, ya que solo trabajan lo indispensable para efectuar el movimiento de los comandos. Como se ve, no es complicado resolverlo. Vale la pena dedicar algunos minutos a encontrar la postura más adecuada para cada cuerpo, porque luego, simplemente por ese detalle, será menor la fatiga que se produzca tras muchas horas de conducción.
Desde abajo
Continuando con los temas que muchas veces no se reconocen como motivo de cansancio, lo animamos a que preste atención al balanceo de las cubiertas. Además de favorecer un mayor desgaste de todas las piezas de la suspensión, y aumentar la posibilidad de roturas, se genera un gran cansancio físico en los ocupantes del vehículo, si las ruedas vienen vibrando durante un viaje de varias horas.
Por último, dos consejos más que pueden ayudar mucho a que su viaje sea más placentero y seguro:
'Trate de hacer maniobras suaves y ordenadas.
Uno de los motivos más frecuentes para explicar la pérdida de control de un vehículo son las maniobras bruscas que instintivamente hacen los conductores ante diversas sorpresas del tránsito o del camino. Para evitarlo, la forma más efectiva es acostumbrarse a circular disponiendo de mucho tiempo y espacio para cada situación. De esta forma las maniobras de aceleración o frenado pueden hacerse sin gran intensidad, al igual que los giros de volante. Conseguirá para usted y sus acompañantes una circulación sin tensión y con menos desplazamientos físicos que disminuye mucho la fatiga al final del viaje. Trate de incorporarlo a sus hábitos conductivos porque la mayor velocidad que se utiliza en la ruta requiere tiempos y espacios distintos de los de la ciudad.
Controle y elija su velocidad de circulación.
Además del cumplimiento de las reglamentaciones de tránsito, este aspecto está directamente ligado con la posibilidad de evitar los problemas. A veces, la comodidad y eficiencia de los vehículos actuales hacen que se circule un poco más rápido de lo conveniente casi sin notarlo. Pero, cuando aparece la dificultad, ese detalle puede marcar una gran diferencia. A mayor velocidad, las distancias de frenado aumentan mucho y los desplazamientos del vehículo también, lo cual se incrementa notablemente, si se trata de vehículos de gran porte.
Así aparecen “las curvas que se cierran”, o los autos que “van muy despacio” por la misma mano, y en un instante se produce una situación de gran riesgo.
Si utiliza una velocidad que le permita sentirse con amplio margen de control sobre el vehículo en las diversas situaciones climáticas o de superficie que le presente el camino, difícilmente enfrente una situación que no pueda resolver.
Es evidente que no son muchas cosas que tener en cuenta pero, considerando estos simples detalles, seguramente notará que los viajes resultan mucho más seguros y descansados para usted y toda la familia.