La "diosa" de Citroën cumple 60 años

El DS fue el suceso del Salón del Automóvil de París de 1955. Y, durante 20 años, mantuvo viva la leyenda. Recorré su historia. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Es 5 de octubre de 1955. En el Salón del Automóvil de París se viven escenas casi dramáticas. Citroën acaba de presentar en el Grand Palais su nuevo buque insignia, el DS, y el público muestra su entusiasmo. Así lo recuerda al menos la firma francesa en sus archivos. Ya el primer día de la feria se cerraron 12.000 compras; a los diez días se habían vendido 80.000 unidades.

Ni siquiera en sus mejores sueños lo había imaginado el presidente de la marca, Pierre Boulanger, que a comienzos de los años 50 propuso desarrollar un modelo nuevo y grande. Lo que entusiasmó a los visitantes del Salón hace 60 años y a la gente en las calles fue el diseño del artista Flaminio Bertoni, que le hizo parecer una nave espacial o un avión a propulsión en comparación con otros modelos contemporáneos como el Mercedes 180 o el BMW 501.

Y el nombre se ajusta a la perfección: las siglas DS son de "déesse", diosa en francés. Pero no sólo fue su diseño y su apariencia principesca lo que atrapó a gran parte de la clase media de la época, según el coleccionista Franz Peters. La berlina también era una adelantada a su tiempo en cuanto a tecnología.

El cambio en la columna de dirección, la bocina en dos fases, las ruedas con cierre central hexagonal o el peculiar volante fueron detalles un poco locos que no se impusieron, pero con su luz activa en las curvas, la "diosa" marcó el camino al igual que con la dirección hidráulica, la construcción en materiales ligeros o la suspensión hidroneumática con elementos de bolas rellenos de gas, que entonces suministraban una incomparable sensación de confort en el interior del vehículo.

"Incluso en la peor ruta uno se sentía en el séptimo cielo, mejor incluso que en muchos modelos actuales", dice Peters, que tiene en su colección más de diez ejemplares de DS. Incluso la tendencia actual del "downsizing" (reducción de tamaño) fue adelantada por el DS, afirma Peters. Y es que el modelo de 1955 alcanzó los 75 caballos con un motor de cuatro cilindros y 1,9 litros, un rendimiento parecido a un seis cilindros en aquella época. "Esta era la ventaja de la construcción ligera y de la carrocería aerodinámica", explica el coleccionista.

El auto no sólo marcó un renacimiento para Citroën, sino que fue uno de los primeros grandes desarrollos de la posguerra. "No sólo es el auto del futuro, sino un auto de hoy. Los demás son de ayer", escribió, en aquel entonces, la revista alemana Der Spiegel. Los clientes hacían cola en todo el mundo para adquirirlos por su fascinante forma, su tecnología de vanguardia y su inigualable confort.

No sólo en Francia, sino también en el resto de Europa, en Canadá, Australia y hasta en los Estados Unidos se encuentra aún hoy en día una amplia comunidad de aficionados del DS, dice el portavoz de Citroën, Stephan Lützenkirchen.

Citroën estiró el éxito cuanto pudo, modernizando constantemente el modelo incluso con una versión combi enorme y un cabrio, y hasta lo mandaron al desierto para competir en rallies. Así se mantuvo viva la leyenda, y la producción se prolongó durante más de 20 años. El 24 de abril de 1975 se fabricó el último de los 1.330.755 ejemplares que se produjeron. Ningún otro gran modelo de Citroën se ha vendido tanto.

De eso se aprovechan aún hoy en día los fans del DS. "Aunque no hay modelo más famoso de Citroën, no es un modelo muy caro de conseguir para los coleccionistas", dice Franz Peters. "Aún hay muchos vehículos en buen estado a todo tipo de precios", agrega.

Aunque los precios han aumentado con motivo del sexagésimo aniversario y se pide por un ejemplar restaurado de los 1.500 modelos cabrio hasta 100.000 euros (110.000 dólares), "un auto bueno de primera mano se puede encontrar por 10.000 euros", afirma Peters. Y aunque haya que invertir en algunas reparaciones y arreglos, un viejo DS es más barato que cualquier Citroën actual.

Citroën sigue sacando provecho de la herencia del DS. En 2009 creó una línea de modelo con las siglas de la "diosa", y ahora incluso ha desarrollado una marca propia. Vehículos como el DS3 o el DS5 presentan un diseño más moderno y fino que sus hermanos producidos en series mayores, y por ello también resultan más caros.

"Pero ya no queda nada de la vanguardia que supuso el DS en su época", dice el diseñador y experto en marcas Paolo Tumminelli, que considera la resurrección de las siglas DS como un mero truco de marketing.

No obstante, el coleccionista Peters no es tan radical al juzgar a los herederos modernos del DS. Por ello piensa incluso en comprar un moderno C6, lo que no le impedirá cada fin de semana ponerse al volante de su clásico preferido: "El DS era y es un auto único. No se puede clonar a una diosa".

FUENTE: Thomas Geiger para agencia dpa

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