Este tipo de condición climática suele causar dramáticas consecuencias, con accidentes de tránsito que derivan en víctimas fatales e importantes pérdidas materiales. Suelen ser eventos de gran magnitud porque, generalmente, involucran a una gran cantidad de vehículos y en muchos casos las autoridades optan por interrumpir el tránsito por las zonas afectadas, como medida más efectiva para evitar la repetición de esas tragedias.
Es indudable que esas interrupciones ocasionan grandes problemas, porque complican el necesario y permanente traslado de personas y mercaderías entre las ciudades de varias provincias que se ven afectadas. Para saber qué medidas se deben tomar ante la reducción de la visibilidad en determinados trayectos, nuestro colaborador y amigo, el Profe Jorge Omar del Río, ex piloto del automovilismo deportivo nacional, quien se desempeña en programas de manejo avanzado, nos habló al respecto.
¿Qué debemos hacer?
Más allá de la necesidad de implementar medidas, hemos tenido muchas consultas respecto a cómo podrían los conductores mejorar su seguridad cuando tienen que enfrentar zonas con bancos de niebla o neblinas. En estos casos, tratamos de analizar la dinámica de los accidentes como método para encontrar las respuestas más adecuadas.
Para comprender mejor la situación, conviene tener en cuenta que, por lo general, en esas condiciones los accidentes que se producen involucran vehículos que se estrellan contra otros que están detenidos o circulando más despacio por la misma mano.
Es evidente que, especialmente en el primer impacto, se produce algo así como una falta de sincronización entre las decisiones que toman los distintos conductores ante la misma situación.
El que impacta se ve sorprendido por la aparición, a pocos metros, del otro vehículo que está detenido o circulando más despacio, y le resulta imposible evitar el choque, porque no le alcanza la distancia que dispone para frenar desde el momento que lo ve.
Las cosas se complican para el resto del tránsito, porque en muchas ocasiones los vehículos siniestrados quedan detenidos sobre la ruta, cubriendo todo o gran parte del espacio que permitiría pasar, disminuyendo así las posibilidades de evitar colisionar con los que van llegando al lugar.
Teniendo esto en cuenta, podemos concluir que la mejor prevención que se puede tomar es que el conductor comience a ajustar su velocidad de circulación en cuanto aparecen los primeros indicios de niebla o humo. De esta manera, cuando aumente la espesura del manto de niebla, ya estará circulando con mejores perspectivas, y con la posibilidad de seguir ajustando su velocidad de acuerdo con la distancia que pueda visualizar.
Soluciones técnicas
Algunos caminos y autovías tienen, en las zonas de niebla, señalizaciones que ofrecen una referencia acerca de cuál sería la velocidad conveniente en relación con el espacio de visibilidad disponible. Muchos no lo saben, pero son marcas con forma de V invertida, que pintadas sobre el asfalto dan una información complementada por los carteles al costado del camino. Dichas advertencias indican: si puede ver tres señales, puede circular a 80 km/h; si puede ver dos señales, puede circular a 60 km/h; si sólo puede ver una señal, no debe superar los 40 km/h.
En muchos casos, los conductores no prestan atención a estas indicaciones. Como dijimos, en general por desconocimiento acerca del significado de las marcaciones, o porque se confían y circulan a mayor velocidad que la conveniente. Pero es cierto que también hay muchas rutas en donde esa señalización no existe, y los conductores deben tomar sus propias decisiones.
Motu propio
Por lo general, en todos los casos en que la visibilidad disminuye (cualquiera sea el motivo), la mejor decisión es ajustar la velocidad de circulación para relacionarla con la distancia en la que se pueda detener el vehículo que se conduce.
No es casual que la mayoría de estos grandes accidentes estén protagonizados por vehículos de gran porte, porque son los que más distancia necesitan para detenerse o esquivar cuando aparece algún obstáculo y, desafortunadamente, en el momento previo a los accidentes sus conductores estaban circulando a una velocidad que luego les impidió controlar su vehículo.
Por otra parte, y de acuerdo con lo mencionado, no es conveniente detenerse en el camino y/o en las banquinas, ya que esto aumenta la posibilidad de sorprender al tránsito que sigue circulando por la misma mano. Tal vez lo más adecuado sea seguir circulando con la marcha reducida, de manera que tenga relación con los metros de visibilidad disponibles, pero muy atento a la posible presencia de otro vehículo, tanto hacia adelante como por detrás.
Para esto es conveniente encender las luces bajas, junto con las rompeniebla (si las tuviera) para mejorar la visión hacia adelante, y además porque con las bajas también se encienden las luces de posición traseras que anticipan su presencia al tránsito que viene detrás.
Recalcamos que en estas situaciones no se debería utilizar las balizas, ya que reglamentariamente corresponde usarlas sólo cuando el vehículo está detenido, por lo que se corre el riesgo de confundir al tránsito que se acerca en uno u otro sentido.
De cualquier manera, y tal vez como reacción instintiva para hacerse notar más, en nuestro país muchos conductores tienen el mal hábito de encender las balizas ante cualquier situación que disminuye la visibilidad. Téngalo en cuenta ante la presencia de otro vehículo utilizando ese señalamiento, pero no se deje sorprender pensando que está detenido.
Otras consideraciones
Volviendo al tema importante acerca de cómo mejorar las posibilidades que se tienen ante circunstancias tan complicadas, tal vez uno de los aspectos más importantes sea reducir enseguida la velocidad en cuanto se ve la primera aparición del manto de niebla o humo.
Por lo general, se dispone de unos cuantos metros y segundos desde que se lo ve, hasta entrar en el manto. Si durante ese tiempo se baja mucho la velocidad, también permitirá que el tráfico que circule detrás se vea obligado a reducirla, mientras se ve normalmente el camino. Y luego, al entrar en el manto de niebla o humo, la situación es muy difícil y ayuda mucho estar circulando a menor velocidad.
Hay que tener presente que cuando uno circula mucho tiempo a velocidad de ruta o autopista (120-130 km/h), si luego circula a 60 km/h tiene la sensación de estar “caminando”. Pero a esa velocidad, el vehículo consume todavía muchos metros por segundo, y puede impactar con mucha violencia.
Ya dentro del manto, convendrá seguir circulando de la forma más ágil que permita la visibilidad, aunque siempre con la posibilidad de poder frenar o esquivar en la distancia de visión disponible. Ya que las condiciones son iguales para todos, de esta forma se disminuye la posibilidad de sorprender a alguien que venga por detrás.
No obstante, también convendrá estar atento al espejo retrovisor, por si aparece alguna luz de otro vehículo que continúa circulando muy rápido.
En síntesis, nada mejor que adoptar una actitud preventiva y con mucha atención a todo el entorno de circulación, hasta que se supere el tramo de camino afectado por la niebla.
Todos estos aspectos son los que han originado que la solución más confiable cuando no se quiere interrumpir por completo el tránsito de los caminos, sea la realización de un operativo donde las autoridades habilitan el tramo de ruta en un solo sentido alternadamente y disponen la circulación de un auto-guía que va marcando la velocidad para todos los vehículos que tienen que seguirlo en fila india y sin sobrepasos.