La atmósfera que reina en la ciudad de Montreal durante el fin de semana del GP no puede ser más especial ni estar más acorde con la cita deportiva, tanto en sus calles como en el circuito Gilles Villeneuve de la Ille de Notre Dame. Pero recorrer junto con los pilotos los 4,361 kilómetros del trazado mientras las tribunas colmadas aclaman a sus héroes, es un privilegio que todavía no habíamos tenido. La única advertencia fue: “Este es un auto de reserva. Si otro se queda en el camino, debe subir el piloto correspondiente y vos te volvés a pie desde donde sea”. Trato hecho. Y a mitad del trayecto sucede: el auto que lleva a Max Verstappen empieza a echar un sospechoso humo negro. Pero el nuestro es el segundo auto de reserva, está todo bien. Sin embargo, el holandés ni siquiera lo piensa y se sube al que desde ahí en más compartirá con Sebastian Vettel. Final feliz. Un especial agradecimiento a la conductora de esta joya, Cinthia Wahl, que le dio luz verde al atrevimiento. Mirá las fotos.