La historia oficial dice que Fiat y Chrysler se asociaron (VER NOTA) para encontrar caminos comunes a través de los cuales enfrentar los desafíos que propone la movilidad actual y del futuro, pero la real es que la marca italiana adquirió a la americana salvándola así de la bancarrota. Fue una jugada magistral de el recientemente fallecido Sergio Marchionne (VER NOTA), CEO del grupo italiano que ya había dado muestras de su capacidad cuando salvó a Fiat de la quiebra a principios de la década del 2000. En ambos casos necesitó escasos tres años para acomodar las cuentas y hacer rentables a ambas compañías a las cuales tomo a punto de ser liquidadas.
En julio de 2018 el destacado directivo falleció víctima de una grave enfermedad, deceso que abrió un gran interrogante en el mercado: ¿qué pasará ahora con FCA? La respuesta fue contundente y dejó a las claras que el legado de Marchionne había prendido fuerte en la compañía.
Cuando solo había pasado un año desde la muerte del ejecutivo italiano, FCA hizo una oferta por Renault. Los primeras reacciones fueron muy positivas, pero la noticia de la unión duró apenas dos días: el Gobierno francés (accionista de Renault) se opuso a la fusión (VER NOTA).
FCA no se quedó quieta y conforme al legado de Marchionne siguió con su estrategia de desarrollo: el grupo ítalo-americano y el francés PSA Peugeot-Citroën, anunciaron sus intenciones de asociarse, buscando ampliar el campo de acción y generar sinergías para (ahora sí) enfrentar los desafíos del futuro de la movilidad (VER NOTA). Esta unión crea el cuarto mayor productos de autos del mundo.
Acá surge una pregunta: ¿se podría repetir una situación como la que generó el Gobierno de Francia? En principio la respuesta es no, pero eso no quiere decir que algunos funcionarios gubernamentales estén completamente felices con esta unión.
En el seno del gobierno de los Estados Unidos hay un ruido con acento chino que recorre los pasillos de la Casa Blanca. Medios periodísticos americanos aseguran que la administración del presidente Donald Trump analizará de cerca la fusión planificada entre Fiat Chrysler y Peugeot.
Pero, ¿por qué? Porque el 12,2 por ciento del paquete accionario de PSA está en manos de Dongfeng Motors, uno de los grupos automotores más importantes de China, país con el cual los Estados Unidos enfrentan una guerra comercial a gran escala.
Los mismos medios dicen que se ha especulado con la posibilidad de que Dongfeng venda su participación, maniobra que bajaría la tensión y facilitaría que se concrete la unión.
No obstante, el asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, fue muy claro: “Seguiremos la asociación con mucho, mucho cuidado”.