Jeep Wrangler Unlimited Sport 3.8 MTX: American Idol

La “remake” del modelo que supo aparecer en casi todas las películas de la Segunda Guerra y que este año cumple 70 años muestra su evolución adaptándose en tecnología, confort y mejores cualidades para el “off road”. Esta versión 2011 renueva el interior, y propone terminaciones más suaves y mayor equipamiento. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Valiéndose del indudable suceso de aquel rústico vehículo nacido en 1941 a pedido del gobierno de los Estados Unidos para afrontar la Segunda Guerra Mundial, el Wrangler se identifica con áquel conservando algunas de sus particularidades estéticas como su tradicional parrilla y sus distintivos faros redondos, amén de su silueta donde siguen dominando las líneas rectas y los ángulos a 90º. Sí modificó sustancialmente su tamaño –es mucho más alto y largo- y adquirió elementos de plástico, a los que se los dejó con el negro original, como el caso de los paragolpes, los guardabarros, gran parte del techo y accesorios. Algo de lo que supo conservar es la rusticidad que le confieren los tornillos y puntos de soldadura que están expuestos adrede, pero con una terminación digna de un vehículo de su categoría. Los enormes neumáticos todo terreno (255/75 R17) también marcan la diferencia.

Bienvenido el confort

Adentro, poco tiene que ver con el auto con el que los de más de 40 veíamos a Tarzán llevando a la mona Chita, o a Vic Morrow “desparramando” alemanes por doquier en la serie combate. Ahora con un tablero más refinado, aire acondicionado, ventanillas eléctricas, computadora de a bordo, control de velocidad crucero y un avanzado sistema de audio –muy fácil de manejar–, entre otras cosas, este Jeep muestra que la guerra quedó en el pasado, para dedicarse de lleno al esparcimiento y la aventura.

Los asientos con regulaciones y muy versátiles son una de las tantas pruebas de que el Wrangler está “para otras cosas”. Por suspuesto que para acceder a ellos hay que saltear un buen escalón, ya que el habitáculo –para bien de los amantes del 4x4- está elevadísimo.

Y ya que hablamos de modularidad, no debemos dejar de mencionar la posibilidad de desmontar el techo (rígido, que cubre casi toda la azotea), para disfrutar plenamente del aire libre o cubrirlo con una lona que normalmente va plegada en el sector de carga. Lo mismo se puede hacer con las cuatro puertas, ya que cuenta con herramientas para un sencillo desmonte.

Más allá de lo que puede costar subir, una vez adentro los cinco pasajeros gozarán de espacio suficiente para una estadía confortable. Para una correcta posición de manejo, el conductor tiene la posibilidad de regular en altura tanto el asiento como el volante. Lo que resulta casi imperdonable es que no tenga apoyapié, algo muy común en los vehículos de la marca, y que obliga a llevar el pie permanentemente en el embrague –cosa que por distintos motivos no se recomienda– o ponerlo debajo del pedal, lo que requiere mucho tiempo de acostumbramiento. El baúl, con 498 litros no se queda atrás en tamaño.

El motor elegido para esta versión es un seis cilindros en V, de 3,8 litros con 199 CV, aspirado. Con él logra una máxima de 176 km/h, velocidad que con ese impulsor podría ser ampliamente superada de no ser por la limitación electrónica y por el alto coeficiente aerodinámico, ya que el Wrangler tiene un Cx de 0,49. La elevada resistencia al aire también le juega en contra en función del consumo. El torque, de 32,1 kgm es más que apropiado para la práctica del off road extremo. Tal es la fuerza que, cuando se sale a fondo en primera de baja, ambas ruedas delanteras se levantan como lo hacen las motos. Otra característica de este propulsor es su silencioso funcionamiento, a pesar de su potencia y su buen tamaño. El acelerador eléctrónico colabora evitando el uso de cables y enviando la orden para la buena administración del combustible.

Lo acompaña una caja manual de seis velocidades –también está la opción de la automática de cuatro– que, con las relaciones cortas de las primeras marchas y la desmultiplicación de la sexta, cumple muy bien su función. El paso de las marchas lo realiza sin dificultad.

Un campeón off road

Si bien cuenta con un buen confort de marcha, un cómodo habitáculo y todo el equipamiento disponible, el fuerte del Wrangler no es la ruta. ¿Las razones? La primera son los ruidos de plásticos y los vientos que se filtran a través de ellos. La segunda, el ya mencionado consumo, y la tercera: debido a su elevada altura, a un centro de gravedad demasiado alto y al eje rígido trasero, el vehículo se torna algo inestable a altas velocidades, especialmente en las curvas o en el momento de realizar maniobras bruscas para esquivar algún obstáculo. Ese es uno de los motivos por los que se le ha incorporado el sistema de control de estabilidad y el anti-rolido electrónico. A eso se le agrega una marcada sensibilidad de la dirección, la que resulta muy útil para maniobrar, pero dicha asistencia debería ser progresiva. En materia de seguridad  anotamos también el control de tracción, los discos en las cuatro ruedas con ABS y los airbags delanteros.

Una vez arribado al lugar de la acción, el Jeep comienza a mostrar la infinidad de virtudes, como el inmejorable despeje (23,5 mm) y los ángulos de ataque (37,9º) y de salida (29,8º). Cuenta con una reductora muy corta con la que aprovecha al máximo la fuerza, avanzando sumamente despacio, en el caso de la primera, para prescindir del uso del embrague al sortear los obstáculos y que se acciona manualmente mediante una selectora ubicada a la derecha de la palanca común.

Este modelo Wrangler 2011, cuya primera generación, presentada en 1987, fue renovada en tres ocasiones, cuenta con el sistema de tracción Command Trac de segunda generación, tiene un modo normal que es en alta, con el 100 % de la potencia en las ruedas traseras y el tren motriz delantero desactivado de la caja de transferencia. Al seleccionar el modo 4x4, se traban juntos los ejes de transmisión, para luego girar a la misma velocidad, generando una distribución de la torsión al 50 % adelante y atrás, y así lograr una mejor tracción en superficies resbaladizas. Se recomienda utilizar este sistema sólo en circunstancias de baja adherencia, porque el Wrangler no tiene diferencial central y, cuando se conecta la tracción en las cuatro ruedas el giro del semieje delantero es solidario con el trasero; esto mejora la capacidad de tracción en superficies muy deslizantes pero, al mismo tiempo, se torna muy difícil para hacer maniobras cerradas.

Invaluable

Cualquiera diría que por los 189.338 pesos que cuesta este vehículo hay otras buenas y variadas opciones, lo que es totalmente cierto. Pero la nostalgia y la verdadera aventura tienen su precio y el Wrangler cubre una cuota importantísima de cada una, por lo que quien se decida  a sumarse a este concepto de vehículo se sentirá sumamente satisfecho.

Galería de imágenes
En esta Nota