Los autos eléctricos y el litio, un desafío para Argentina

La industria vira hacia un paradigma de vehículos hiperconectados y autónomos. Sin embargo, la cuestión ambiental no está resuelta. ¿Qué ocurre con nuestro país y el "triángulo del litio"? Galería de fotos

Redacción Parabrisas

Todo hace indicar que los motores tradicionales tienen sus días contados. Podrá ocurrir en pocos meses, en dos décadas o tal vez en 100 años, pero el petróleo se está acabando y los motores diésel están cercados. La situación demandó (no ahora sino desde hace un largo período) un nuevo paradigma y los vehículos alternativos están tomando la vanguardia. Prometen un futuro promisorio, pero el presente por el que atraviesan no es tan feliz.

Son épocas en donde los rodados se mueven en base a la electricidad, o al menos en parte. Y están hiperconectados, a sus usuarios, a otros vehículos, a un sistema. La demanda de baterías de cualquier tipo es extrema, recordando, además, el nutrido avances en conducción autónoma.

En ese marco, los autos eléctricos llevan la delantera en el cambio de formato, además de ser los productos que más baterías consumen. En Europa, este tipo de vehículos ya no son una novedad sino una necesidad, al punto que varias marcas, como Volvo, anunciaron el fin de los motores tradicionales.

Incluso, ciudades del calibre de París también le ponen fecha de vencimiento a los autos impulsados por combustible derivado del petróleo. En la región, Brasil se empieza a despegar de a poco. La década de 2020 será la más importante en cuanto a decisiones, y hasta 2050 veremos todo tipo de transformaciones.

Lo que muchos no saben es que se trata de una misma moneda con dos caras. Está claro que el petróleo como recurso está a punto de extinguirse, y que la contaminación que genera su uso (en todos los niveles) es letal. Sin embargo, la electrificación del transporte todavía está lejos de ser la ideal.

Dicha energía no siempre viene de fuente limpias, incluso en muchos países es generada a través de recursos termodinámicos, con carbón o incluso también combustibles.

Incluso la misma fabricación de baterías y autos ecológicos demanda plantas que contaminan. Pero dando un paso más, la necesidad imperiosa del litio como materia prima fundamental para las fuentes de poder de vehículos, celulares, computadoras y más platea otro dilema existencial.

En primera instancia, esas baterías necesitan ser descartadas, aunque con un uso racional y cuidado, se pueden reciclar. Los químicos y materiales son altamente contaminantes, pero la reutilización reduciría este costo, y otro fundamental y 100 por ciento necesario: la extracción indiscriminada de litio y el impacto ambiental del ingreso del hombre en zonas puramente naturales.

Dentro de este panorama, muchos componentes de los autos eléctricos provienen de países subdesarrollados, o de áreas empobrecidas de naciones con más actividad. Por ejemplo, la mayor fuente de litio del planeta está el área más pobre de Bolivia, y desde el Congo llega el cobalto. No es oro ni finales del siglo XIX, pero las condiciones laborales son las peores y el resultado es una locación natural devastada y contaminada, especialmente el agua.

La Argentina forma parte del triángulo del litio junto a Bolivia (Uyuni es considerada la Arabia Saudita de este metal) y Chile. Salta, Catamarca y Jujuy, la principal fuente nacional, esperan una inversión de más de 1.500 millones de dólares.

China es el país que más demanda litio y avanza a paso firme en cuanto a autos eléctricos. De hecho, dentro de las varias plantas que estableció en el país, una automotriz se ubicó estratégicamente en Salta.

Según la agencia oficial Télam, Argentina posee el 16 por ciento de la producción global de litio con más de 35 mil toneladas al año. A raíz de dicha inversión se espera triplicar la producción hasta 2021 y generar exportaciones por u$s 880 millones.

El Salar del Hombre del Hombre Muerto, en Catamarca, y el de Olaroz, en Jujuy, son los depósitos de litio más grandes del país. Desde allí parte uno de los recursos más demandados por todo el mundo, que promete radicalizar el cambio en la industria automotriz pero que todavía deja dudas planteas en cuanto a la ecología.

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