Giramos en el Gálvez con el camión más rápido del mundo

Fue creado para batir récord de velocidad y aceleración. Utiliza un motor que entrega 2.400 CV de potencia y caja de doble embrague reforzada. Visitó Argentina y Parabrisas giró con él en el Gálvez. Galería de fotos

Pesa 4,5 toneladas, pero está diseñado para reducir al mínimo posible la resistencia al avance. Es enorme y en sus entrañas late un corazón que desplaza trece litros de gasoil por cada latido hasta lograr los 2.400 CV de potencia y 612 kgm de torque que le permitieron obtener los récords de lo que presume. 
El Volvo Iron Knight vale millones, porque es una pieza única, tanto para las estadísticas de las pruebas automovilísticas como para los responsables de la marca sueca.
Ese concept truck pasó por Buenos Aires y me tocó a mi ir a visitarlo. Llevaba conmigo la información fría que surge de los comunicados de prensa y las expectativas que generan la posibilidad de viajar en ese aparato infernal, una pieza única que llegó a nuestro territorio por primera vez y que, probablemente, sea la última. 
Aunque es más bajo que un camión Volvo “normal”, el Iron Knight se destaca entre sus hermanos de producción, me refiero a los de las familias FH y FN que, estacionados al costado del camino, hacían las veces de guardia pretoriana del caballero de acero, uno de los actores principales del evento; otra parte importante de la jornada estuvo dedicada a la presentación de la  nueva Tecnología de Consumo Inteligente (TCI) de la marca sueca.  
Las tecnologías tendientes a optimizar el consumo en camiones de gran porte son siempre importantes, porque además de contribuir a minimizar los efectos nocivos de la combustión del gasoil, redundan en beneficios económicos para los propietarios de estas unidades, muchos de los cuales disponen de flotas en las que el ahorro se multiplica considerablemente.
Y mientras los directivos de la marca sueca avanzaban en los detalles de esas nuevas soluciones, de repente se escuchó un estruendo: ¡brooommm! Volteamos la cabeza y, efectivamente, el motor del Iron Knight estaba en marcha, “calentando”, podríamos decir, mientras esperaba el fin de la presentación para dar paso a la etapa de pruebas.
Nadie advirtió que era inminente el inicio de la parte más atractiva de la jornada porque, sigiloso,  Boije Ovebrink, el único piloto autorizado a manejar este concept y quien llevó a este especial producto de Volvo a lograr los récords que ostenta, desapareció del recinto sin que nadie lo advirtiera para ponerse al volante de la bestia. Lo puso en marcha, lo preparó y lo llevó hasta la pista.

Diseño y poder
Escuchar el sonido ronco de los escapes exageradamente pronunciados del motor del Iron Knight puede generar algún sobresalto en oídos poco entrenados. Pero lo que más llama la atención en ese punto es la enorme bocanada de humo negro que despiden esos tubos, que apuntan hacia el firmamento, cada vez que Boije pisa el acelerador. En este tipo de modelos conceptuales las normas anticontaminación no representan barreras de ningún tipo, ya que su cometido no es lograr la combustión más perfectamente amigable con el medio ambiente, sino más bien todo lo contrario: lograr las más altas prestaciones.
Para eso el motor de trece litros, derivado de las plantas motrices D13 que emplean muchos de los camiones Volvo que circulan por la rutas de todo el mundo, recibió modificaciones específicas, como la asistencia de cuatro turbocompresores y tres intercoolers, un softweare especialmente desarrollado, además de filtros abiertos. Está ubicado en la parte central, de manera de equilibrar los pesos, mientras que el chasis está reforzado con una estructura tubular que le otorga la rigidez necesaria para soportar la transmisión del par hasta el piso luego de la intervención de una caja I-Shift de doble embrague (discos reforzados) de doce velocidades.
La cabina, fabricada en fibra de vidrio, también fue optimizada para lograr un mayor rendimiento aerodinámico y cuenta con faldones y grandes tomas de aire que ayudan a refrigerar el motor.

En la pista
Cuando Iron Knight estaba estacionado posando como si fuera el anfitrión de evento llamaba la atención, pero esperándome en la pista, entregaba otra imagen: impresionaba. Juro sobre cualquier pieza religiosa que no me dan miedo la potencia, ni el torque, tampoco los camiones, pero en este caso, el desconocimiento me empujaba para ese costado. Manejé camiones, incluso con acoplado y también en autódromos, pero nunca me tocó ir de copiloto en un concept de semejante poder, de manera que no sabía qué esperar. 
A todo esto, la ceremonia previa al inicio de la prueba, le otorgaba al recorrido cierto rigor profesional: un asistente se aseguró de que me había colocado el casco correctamente y de que no pisara el pasarruedas del lado del acompañante ya que la carrocería es de fibra de vidrio. Me “amarró” al asiento de carreras del Iron Knight con un arnés de competición y me declaró listo para salir a la pista.
A mi izquierda, en el puesto de mando, Boije. Nos saludamos con un apretón de manos y sin mediar palabra, aceleró. El empuje fue notable, pero no “descomunal”, como me imaginaba. Por supuesto hizo que mi mano, con la que sostenía el celular se sacudiera (esa maldita costumbre de la modernidad de filmar en lugar de disfrutar), pero pude mantenerlo erguido con cierta dignidad, aunque no duró mucho. Rápidamente llegó la curva que sale a la recta principal, y ahí sí, Boije hizo rugir los 2.400 CV y el caballero de acero salió como buscando batir uno de los récords que ya ha vencido: 169 km/h de velocidad máxima, 4,6 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h; 13,7 segundos para alcanzar los 500 metros con partida detenida y 21,29 s para acelerar desde cero hasta alcanzar los mil metros. La sacudida fue notable. Ya no pude sostener el celular. 

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