Así probábamos el Ford Falcon Ghia

Recordamos la prueba de manejo de uno de los íconos del óvalo. En esta ocasión, la evaluación pertenece a la edición de septiembre de 1988 de Revista Parabrisas. Galería de fotos

Redacción Parabrisas

No es un road test. Sólo realizamos algunas comprobaciones. Pero quisimos hacer un poco de historia en base a pruebas realizadas diez o veinte años atrás; donde destacábamos virtudes y defectos de diferentes versiones de Falcon. Desde aquel modelo 1962 hasta el más reciente 2.3 con motor Taunus.​ La evaluación de este Falcon Ghia 3.6 / 1988, en comparación con sus hermanos sanguíneos, nos puso al tanto de los progresos, mejoras adoptadas para solucionar problemas innatos de un vehículo que vio la luz junto con la década del ´60

Hay frases que no dicen nada, pero que a veces sintetizan una imagen. Tal es el caso de la definición: "El Falcon, es el Falcon ...":

No hace falta ser analista o filósofo para llegar a la conclusión que es lo mismo que decir "Un florero, es un florero ...". Pero en el caso del Falcon es la síntesis de las características principales que el público reconoció en este vehículo a partir de 1962 y que lo transformó en un fenómeno de la industria automotriz nacional.

Ford Falcon

Un fenómeno que está avalado por más de 480.000 unidades producidas.

¿Cuáles son las razones?. Haciendo una evaluación punto por punto no llegaremos a desentrañar las causas. Estéticamente no es un virtuoso, por el contrario (y pese a varios restylings), aparece ante los ojos del comprador como lo que es, un auto con casi treinta años de vida.

Si nos referimos a la performance, que lo hizo famoso en la década del ´70, ya no es un argumento válido cuando tomamos conciencia que se trata de un seis cilindros de 3.600 cm3. Por el lado del consumo -leves mejoras de por medio- tampoco muestra valores interesantes.

¿Dónde radica, entonces, el secreto de su éxito? La respuesta está en una palabra: confiabilidad y excelente adaptación a nuestras calles y caminos.
Y la clientela del Falcon, es fiel a esas virtudes. Probablemente haya quienes se sorprendan ante esa actitud, pero es innegable que para los que no pretenden otra cosa que practicidad y robustez para transitar las calles todos los días o viajar a la zona atlántica dos veces al año, el Falcon es un auto indicado.

Con mecánica simple, el motor y todos sus elementos a la vista, al alcance de la mano y sin sofisticaciones exageradas, como para que cualquier mecánico pueda meterse debajo del capó y solucionar el inconveniente, o al mano sacarlo del apuro.

Por esa razón, el Falcon siempre adopta ciertas soluciones técnicas cuando éstas son fehacientemente probadas. Esa es, sin duda, la filosofía que adoptan los responsables del área. Cuentan además con la ventaja de años de trabajo sobre ese motor, suspensiones, tren trasero, estructura.

Como argumento extra valen los 3.000 ejemplares vendidos en el primer semestre de 1988 y su puesto 12 en la clasificación por modelos, aventajando a ocho versiones de distintas terminales.

Ford Falcon

Según pasan los años ...

Desde aquella primera unidad salida de Pacheco en 1962, totalmente importada de los Estados Unidos, a este Falcon Ghia 3.6 modelo 1988 que tuvimos en nuestras manos, las diferencias son notorias en todos los aspectos.

Hacer un road test, programado y realizado con nuestro habitual sistema no corresponde. Por eso es importante dejar establecido que esto fue una prueba de manejo y una "excusa" para historiar y comparar los Falcon a través del tiempo.

Calificarlo en los veinte ítems que componen nuestra planilla completa de evaluación, sería tan injusto e inadecuado como hacerlo con un VW 1500, un Renault 12 o un IES Súper América. La comparación de puntajes, en este caso, sería odiosa e improcedente.

Además de los Falcon que uno ha tenido oportunidad de manejar en los años mozos (generalmente pertenecientes a padres o familiares propios o de amigos), tuvimos oportunidad de probar junto a Sopeña y Sánchez Ortega, distintos modelos a lo largo de dos décadas.

En 1970, en Parabrisas Corsa, hicimos el test del Falcon Futura equipado con motor "221". Las virtudes estaban centradas en las buenas performances que obtenía el propulsor (unos 165 km/h y 13 segundos para los 0-100 km/h), el comportamiento de la suspensión en todo tipo de terreno, la capacidad de baúl, (pese a la rueda de auxilio), la robustez general del auto y la incorporación de frenos a disco.

Ford Falcon

Pero había también sombras donde se detallaban la pésima posición de manejo para conductores de cualquier altura y características antropométricas, poco lugar para las piernas en los asientos traseros y cojín corto, escalonamiento de marchas no adecuado y tablero con diseño que dificultaba en forma notoria la lectura de los instrumentos.

Párrafo aparte para la dirección (no asistida) donde se comentaba que "Charles Atlas la recomendaría para desarrollo de bíceps y otros músculos. Eso lo convierte en un auto que no es precisamente para el uso de la patrona...".

Tres años después, caía en nuestras manos el 221-SP, predecesor del que más tarde adoptaría el nombre de "Sprint". Ese motor tenía 166 HP (SAE), lo que equivalía a unos 130 CV (DIN) a 4.500 rpm.

Para la época, llamaba la atención la excelente aceleración (0-100 km/h en 9.3 segundos) aunque el valor es digno de ponerse en duda en cuanto a la forma de medición. Esto sin olvidar que carecíamos de los elementos de alta tecnología con los que hoy contamos. Por eso, cualquier error debe ser comprendido a quince años de los hechos.

Hablábamos de la correcta posición de manejo (muy mejorada), frenos de comportamiento adecuado y la tradicional robustez estructural.

Los defectos que enumerábamos eran: embrague duro (aún hoy es algo complicado de accionar y de acoplamiento brusco), luces altas y bajas insuficientes, falta de cinturón combinado, excesiva tendencia a sobrevirar y neumáticos inapropiados por carecer de radiales.

Ford Falcon

En 1976, siempre en Parabrisas Corsa, evaluamos un Falcon Sprint que si bien había mejorado en muchos aspectos, mostraba defectos similares a otras versiones de mayor data. Sin embargo, entre sus virtudes, la robustez y eficiencia mecánica, eran una norma.

Sobre esa misma base que considerábamos "obsoleta", en 1983 la gente de Ford nos entregó un Falcon rediseñado, equipado con un motor de 2.3 litros perteneciente al Taunus. Un modelo que es parte de la historia del Falcon, pero que pasó sin pena ni gloria discontinuándose a pocos meses de su presentación.

En las conclusiones finales destacábamos la mecánica en general, el accionamiento de embrague y caja, los frenos y la accesibilidad junto a la fortaleza de las suspensiones. Pero dejábamos establecida su falta de performance debido a la escasa potencia del motor, la inadecuada ubicación de comandos del tablero (allá abajo a la izquierda, como ahora), el asiento delantero enterizo, la tenida insuficiente y su precio elevado.

Para rematar este historial de pruebas, evaluaciones y road test, dejamos el que Parabrisas realizó en 1962 (en el Nro 23 del mes de octubre). "Ronnie" Hansen, "Willy" Martire y Emilio del Valle, encargados de los ensayos, convenían que "el Falcon es un auto ideal para viajes largos siempre y cuando no se transite a altas velocidades debido a algunos defectos de tenida, atribuibles a los amortiguadores. Tampoco es ideal la desmultiplicación del sistema de dirección y no pasando de 80 km/h -aseguraban los testers- es posible hacer 10 kilómetros por litro de combustible".

"Si todos los conductores argentinos pudieran acceder al precio de un Falcon, este vehículo satisfaría los requerimientos de la gran mayoría. Los más exigentes, en cambio, pedirían mejor amortiguación, más freno para altas velocidades, una dirección de respuesta más rápida y una primera sincronizada".

Ford Falcon

Ghia 3.6: la versión 1988 de un clásico

Con el correr del tiempo, muchos de aquellos defectos se fueron corrigiendo, otros subsisten simplemente porque son complicados y costosos de resolver satisfactoriamente. Esto, visto desde una óptica que pretende ser objetiva, pero que deja de serlo cuando uno se enfrenta a los válidos argumentos del comprador del quinto Falcon consecutivo.

La estética exterior ha mejorado, se lo ha modernizado dentro de las limitaciones insalvables de un diseño que ya tiene 30 años de vida y que fue concebido para el mercado norteamericano en la época del furor de los "compactos".

Habrá quienes prefieran el resultado final obtenido en el ´73 o en el ´76, pero dentro de las posibilidades que ofrece el vehículo, su aspecto actual mantiene cierta armonía. Se ha respetado el estilo original sin desvirtuarlo en las sucesivas modificaciones. Hoy, más allá de apreciaciones personales, luce como una sobria limousine atemporal.

Pasando al interior, donde reina la sobriedad, se logró una mejora en la habitabilidad debido a las butacas más cómodas que sujetan el cuerpo del conductor (algo indispensable en un auto rolador como el Falcon), rediseño de respaldos traseros, etc., que hacen que los eventuales pasajeros allí alojados tengan espacio suficiente para las piernas.

Ford Falcon

La posición de manejo es muy coherente, considerando que hablamos de un auto de comienzos de la década del 60. Asiento más bajo, precisa regulación del respaldo, volante de buen "grip" e inclinación y selector de cambios firme y seguro. Los comandos, ubicados abajo a la izquierda, no responden a ninguna lógica, pero es cuestión de habituarse.

El instrumental es básico e informa de lo necesario al conductor. El equipamiento carece de excentricidades. No hay levantavidrios eléctricos, ni espejos con control remoto automático, ni lavafaros, ni regulación de altura en las butacas, sólo aire acondicionado y un sistema de ventilación bastante eficaz.

La visibilidad mejoró respecto a versiones anteriores, debido a la falta de ventiletes y los espejos externos son de gran tamaño ofreciendo un panorama completo a espaldas del conductor.

El motor es de reconocidas virtudes en lo referente a funcionamiento y confiabilidad, con gran elasticidad a partir de las 1.500 rpm que hace innecesariamente llevar los cambios bajos a más de 3.000 / 3.500 rpm.

En lo referente a las performances 165 km/h son suficientes para un vehículo de estas características en especial para una clientela alejada de las altas prestaciones. Se puede circular sin inconvenientes imprevistos a unos 140 km/h, consumo aparte. Para llegar a los 100 km/h con partida detenida necesita 12.9 segundos lo que no está mal para los 110 CV (DIN) del propulsor y considerando el peso del vehículo.

El consumo no es su fuerte, pero quienes se deciden por un Ford Falcon, tampoco lo tienen en cuenta. A 80 km/h en cuarta, está en el orden de los 8.6 litros cada 100 km. A 90 km/h se alimenta con 9.70 litros y a 120 con 12.5. A partir de aspectos vinculados con la aerodinámica, los valores se incrementan en forma considerable para llegar a más de 16 litros a una velocidad constante de 140 km/h. En ciudad, 13.8 litros por cada centenar de kilómetros.

Ford Falcon

Suspensión y tenida, ese sutil equilibrio

Si partimos de la base de conjuntos de suspensiones desactualizadas, de un eje rígido que transmite la potencia a las ruedas traseras y una serie más de elementos que no dan margen para soluciones originales, el resultado logrado en esta versión ´88, es satisfactorio.

Mucho más confiable y adecuada a nuestras calles y rutas, que las conocidas hasta el momento. Seguramente no fue una tarea simple para los ingenieros de Pachero, pero en mérito a la verdad, consiguieron -dadas las circunstancias- un balance digno.

Copia con evidentes signos de robustez, sin ruidos ni quejidos y su tenida direccional o en curva es correcta para circular a 140 km/h. Lo mismo sucede con el poder frenante. Un pedal que da seguridad, no vibra ni pierde eficiencia ante exigencias continuas. La dirección (servo asistida, of course) es rápida y eficiente. Como se puede observar, este grupo de elementos que fue criticado durante años, hoy se muestran adecuados a las prestaciones del auto.

En pocas palabras, a esta Falcon Ghia, se lo siente mucho más franco y seguro que sus antepasados de hace diez o veinte años.

La terminación es buena, la accesibilidad nunca mostró puntos oscuros tanto al subir como al bajar, virtud que se extiende a las partes mecánicas escondidas bajo un gran capó y un no menos importante vano motor. Una alegría que el Falcon siempre supo darle a los mecánicos quejosos de las plantas motrices modernas.

Otro punto a favor es el precio. Para un auto de su tamaño, que puede transportar a cinco personas con un moderado nivel de equipamiento, es bastante atractivo si el comprador desestima el costo de combustible como argumento principal para definir la elección.

Ford Falcon

La historia no termina aquí

Muchas veces, en distintas épocas, se comentó la discontinuidad del Falcon por parte de su fabricante. Pruebas al canto, nada más equivocado.
Porque no sólo el Falcon continúa vigente sino que es el auto con mayor porcentaje de piezas de integración nacional (algo así como el 98 y decimal por ciento) que ocupa el 12vo lugar en el ranking de ventas del primer semestre del año, también hay planes para su futuro inmediato que hablan de la intención de continuar su producción.

Hace unos meses se presentó la versión Ranchero con motor Diesel "VM" producido por Borgward bajo licencia de la casa italiana. Ese mismo propulsor impulsará al Falcon sedan "gasolero" de las que ya unas pocas unidades circulan por el interior de la planta de General Pacheco, luego de superados algunos inconvenientes de adaptación.

Se puso especial dedicación en aislar el habitáculo de las vibraciones típicas en los motores Diesel (por medio de nuevas partes), y eso llevó más tiempo de lo presupuestado junto a cierto atraso por parte de VM en la provisión de propulsores.

Ford Falcon

Pero ciertas informaciones hacen pensar que allí no acaban los planes de Autolatina para el Ford Falcon. Es probable que a partir del primer semestre de 1989 aparezca en escena un nuevo motor de 3.000 cm3 denominado "baja compresión", que no sólo mejoraría el consumo específico sino que funcionaría con nafta tipo común lo que le otorgaría un ahorro en pesos del orden del 22 - 25 por ciento.

De estos trascendidos y la inminente aparición del Diesel, se deduce con claridad que el Falcon, lejos de desaparecer, será el blanco de mejoras y modificaciones que lo harán más competitivo y seductor para el mercado.

Por todo lo demás, superados los pro y contras en un balance equitativo, el Falcon sigue siendo el Falcon. Nadie podrá anteponer otros argumentos -por razonados que sean- ante la sólida imagen lograda al cabo de veintiséis años.

Un fenómeno de vigencia en la industria nacional que nadie pudo discutirle hasta el presente y que difícilmente alguien logre superar en el futuro.
Por algo será ...

Por Carlos F. Figueras
Fotos: Miguel Tillous

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